Las instituciones de la Unión Europea están aún muy lejos de llegar a un acuerdo sobre la propuesta presentada hace un año para obligar a que los fabricantes indiquen en los envases el contenido en grasas, azúcares o calorías de los alimentos. La comisión de Medioambiente y Sanidad del Parlamento Europeo examinó ayer un informe, con más de mil enmiendas, en un debate en el que ha quedado patente que quedan muchos puntos por acordar antes de que la UE pueda imponer ese etiquetado, según fuentes parlamentarias.

La regulación que se está tramitando supone implantar la exigencia a los fabricantes de que destaquen en la parte delantera del producto el porcentaje de varios componentes considerados esenciales: calorías, grasas, sales y carbohidratos (con especial referencia a azúcares). Actualmente, mencionar las grasas, sales o azúcares es voluntario para las empresas y solo obligatorio en el caso de productos dietéticos o enriquecidos.

La normativa debe ser consensuada por el Consejo de ministros de la UE y por la Eurocámara, que en este asunto sí tiene poder de decisión. Entre las cuestiones más discutidas, figuran la idea de implantar un sistema a modo de semáforo con clasificación de alimentos o componentes por colores y el tamaño que deberán tener las menciones que Bruselas quiere hacer obligatorias.

Otro asunto de debate es la inclusión o no de las bebidas alcohólicas dentro del nuevo sistema de etiquetado de componentes de los alimentos.

También está en juego la posibilidad de establecer excepciones para las empresas agroalimentarias pequeñas.

La comisión de Medioambiente y Sanidad, que está realizando la primera lectura de la propuesta, votará su informe debatido ayer el 21 de marzo; después tiene que pasar al pleno de la Eurocámara. Es previsible que los ministros de la UE lleguen a una posición común en junio.