Los líderes de la Unión Europea han iniciado este jueves una cumbre de dos días clave para intentar lograr una solución definitiva a la crisis del euro entre nuevos llamamientos que dan un mayor sentido de urgencia a la reunión. Los jefes de Estado y Gobierno de la UE mantienen este jueves por la noche una cena informal, previa a las discusiones formales de este viernes, aunque se prevé que ya aborden a fondo las propuestas planteadas, entre las que hay bastantes divergencias entre las ideas de Alemania y Francia y las del presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy.

La cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, no se habían sumado todavía a los demás dirigentes cuando empezaba la cena, según fuentes diplomáticas. La cumbre busca un nuevo pacto para consagrar la disciplina fiscal en los tratados comunitarios, así como medidas financieras inmediatas para poner fin a la crisis, si bien con importantes diferencias entre las recetas planteadas.

Encuentro del Grupo de Fráncfort

Sarkozy, quien junto con Merkel ha formado un frente centrado en la disciplina presupuestaria y el respeto al pacto de estabilidad y crecimiento, no ha hecho declaraciones a su llegada, pero ha marcado el tono de la cita con su intervención ante el congreso del Partido Popular Europeo en Marsella. Sarkozy ha advertido de que, si este viernes no hay acuerdo en este Consejo Europeo, "no habrá una segunda oportunidad", y ha recalcado que "nunca el riesgo de explosión ha sido tan grande", por lo que "Europa se enfrenta a una situación extremadamente peligrosa".

La cena se ha producido después de una reunión previa del llamado Grupo de Fráncfort (formado por Van Rompuy, Merkel, Sarkozy, y los presidentes del Banco Central Europeo, Mario Draghi; la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, así como la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde). Esa cita previa se había programado para intentar acercar posturas ante las importantes diferencias entre las propuestas que ha hecho Van Rompuy para esta cumbre y las ideas planteadas de forma conjunta por Merkel y Sarkozy.

Algunas de las principales diferencias se refieren a los mecanismos usados para consagrar en los tratados comunitarios la disciplina presupuestaria y la supervisión comunitaria de las cuentas nacionales; así como al visceral rechazo franco-alemán a los eurobonos. Van Rompuy propone una solución mixta y paralela de reforma de textos: un cambio de un protocolo a corto plazo y una modificación de los tratados a largo plazo, mientras que Alemania sólo quiere esta segunda opción.

Más dotación para el MEDE

Los primeros ministros de Suecia, Fredrik Reinfeldt, y Finlandia, Jyrki Katainen, han descartado apoyar una reforma de los tratados, ya que consideran que tomará demasiado tiempo y no solucionará los problemas económicos a corto plazo. La jefa del Gobierno danés, Helle Thorning-Schmidt, se ha mostrado más flexible al declarar: "Si los países del euro ven que introducir cambios en el Tratado es parte de la solución, estamos dispuestos a respaldar esos cambios en el tratado".

En cuanto a las medidas inmediatas, Alemania rechaza las ideas de Van Rompuy de dar una dotación mayor al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE, el fondo permanente de rescate) y de darle una licencia bancaria, algo que sí apoya Francia. Van Rompuy propone que el MEDE pueda recapitalizar directamente la banca y tener la naturaleza de una institución de crédito, lo que le daría acceso a los recursos del BCE, además de tener una capacidad de préstamo por encima de los 500.000 millones de euros establecidos.

Berlín y París pretenden adelantar un año el MEDE y, al igual que Van Rompuy, eliminar el error cometido por Alemania cuando convenció a Francia hace un año para implicar a los acreedores privados de deuda en una potencial quita de bonos. Juncker, presidente del Eurogrupo y también primer ministro de Luxemburgo, afirmó al llegar a la reunión que no le disgusta la idea de otorgar una licencia bancaria al fondo de rescate.

El primer ministro británico, David Cameron, ha insistido en buscar una solución a la crisis del euro que proteja "los intereses del Reino Unido", en referencia al distrito financiero de Londres, que supone cerca del 10% del PIB del Reino Unido.