La mala salud de la banca italiana no es cuestión de ayer, ni consecuencia directa del referéndum británico sobre el ‘brexit’ celebrado el pasado 23 de junio, pero es evidente que la presión desde entonces ha aumentado y en Bruselas no descartan que los ministros de economía y finanzas de la UE vayan a abordar esta cuestión en su reunión del próximo 11 y de 12 de junio. La Comisión Europea y el gobierno de Matteo Renzi, mientras tanto, continúan los contactos para definir un plan de rescate acorde con la legislación europea que permita apuntalar su sistema bancario.

“Somos muy conscientes de las dificultades actuales del sector bancario italiano”, admitía este miércoles el vicepresidente Valdis Dombrovskis ante la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo. Los bancos italianos tienen en cartera 360.000 millones en créditos morosos, lo que supone casi un 25% de su PIB, y un déficit de capital estimado entorno a 40.000 millones, a lo que se suma la fuerte caída del precio de las acciones que han sufrido algunas entidades, el desplome de la Bolsa y unas perspectivas de crecimiento mucho más bajas.

Un cóctel explosivo que podría hacer tambalear a la tercera economía de la Eurozona cuando el viejo continente se encuentra iniciando el camino de la recuperación. Renzi no termina de decidir si optar por una inyección de dinero público a las entidades más afectadas o una respuesta más sistémica. Pero hay quien ya alerta del efecto contagio. “Todos el mercado bancario está bajo presión”, opina el ex gobernador del Banco de Italia, Lorenzo Bini.

Bruselas, que debe aprobar la intervención, insiste en que el problema no ha surgido del ‘brexit’. “Lleva ocurriendo desde principios de año, no solo tras el referéndum y ya hemos recomendado medidas”, respondía el letón sobre las recomendaciones aprobadas a finales de mayo y que el Ecofin debe validar este martes. “Hay diferentes posibilidades. Obviamente depende de las solicitudes que nos presenten las autoridades italianas”, zanjaba sin entrar en los rumores que apuntan a que Renzi quiere suavizar la aplicación de las normas sobre rescates, que imponen quitas a los inversores privados antes de utilizar el dinero de los contribuyentes.