Asediado por la competencia, el imperio Vodafone comienza a declinar. El más importante operador mundial de telefonía móvil anunció ayer unas pérdidas de 32.200 millones de euros en el último año fiscal, una cifra sin precedentes para una compañía en el Reino Unido. La firma británica se vio lastrada por un importante desembolso de 34.300 millones de euros por la compra de Mannesman.

Tras comunicar esas pérdidas, que contrastan con el beneficio de 10.710 millones de euros en el anterior ejercicio, Vodafone anunció una estrategia de reducción de costes que incluye la supresión de más de 400 empleos en sus centros corporativos.

Pese a las pérdidas operativas de 20.700 millones de euros, el grupo obtuvo un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 17.295 millones, lo que supone un 9,6% más. Del mismo modo, los ingresos crecieron un 10% al superar los 43.160 millones de euros. Las pérdidas netas finales se deben en buena parte a factores extraordinarios ajenos al negocio, ya que incluyen el desembolso de 34.300 millones de euros relacionados con la estrategia de adquisiciones entre 1999 y el 2000.

Vodafone ha tenido que sanear sus activos, que se resienten de la ralentización del mercado europeo y la pugna cada vez mayor con firmas rivales. Aunque su posición sigue siendo de privilegiado liderazgo, el grupo ha comenzado a revisar su estrategia, a limitar su expansión y a diversificar sus productos.

Vodafone España incrementó un 22,6% los ingresos en el ejercicio fiscal concluido el pasado 31 de marzo, gracias a la captación de nuevos clientes. La filial española facturó 5.857 millones de euros, mientras que el beneficio operativo aumentó un 20%, al alcanzar los 2.010 millones.

En cuanto a la supresión de 400 puestos de trabajo anunciada por la matriz, el consejero delegado de Vodafone España, Francisco Román, precisó que se centrará en los "cuarteles generales" situados en Inglaterra.