En los aledaños de la fábrica de mecheros Tiger se aprietan otras, bien comunicadas. De esta llegan las piedras; de aquellas, las carcasas de plástico. "Si las hiciéramos nosotros, cada encendedor costaría un céntimo de yuan más", dice su vicepresidente, Wu Chong. Una milésima de euro.

Es un esquema repetido en Wenzhou, quintaesencia de la producción desaforada y del rol chino de fábrica global. Con una población de ocho millones, produce el 80% de los mecheros y el 75% de las gafas del mundo. La ciudad de los mecheros lo fue antes de las medias por Hong Dongyang, un icono local. Empezó vendiendo las que tejía con su máquina en los caminos y miles de vecinos la copiaron. Después fue la ciudad de las cerraduras y de los zapatos.

Tiger es la empresa de mecheros con mayor beneficio, 18 millones de euros. Por su sede ha paseado un presidente, Jiang Zemin, y un primer ministro, Wen Jiabao. Zhou Da Hu, Joe Tigre , la fundó en el 1992 y fue apartándose de los modelos más sencillos a medida que crecía. Ahora, los hace con llama a prueba de viento, multifuncionales o de figuras. Estos son los más lujosos, de hasta 40 euros.

Cientos de piezas diarias

La empresa produce 15 millones de unidades al año. Los trabajadores han de cubrir su cuota de mecheros diarios, unos 300. Son examinados cada mes. Sobre sus cubículos ondean unas banderitas: las rojas revelan sobreproducción y bonos; las amarillas, cupo insuficiente o errores. También descuento salarial y más entrenamiento.

Hace años había 3.400 empresas de mecheros en la provincia. Hoy quedan 500. "Para mantenerme he de reducir costes", asegura Wu. Zhang Duan Xia, de 24 años y con bandera amarilla, llegó hace dos años y ensambla el modelo más básico. Viene del interior rural, y sus padres reciben el 80% de su sueldo. Gana 140 euros al mes, trabaja ocho horas al día y seis jornadas a la semana.

Los encendedores parten hacia más de 70 países, guiados por la cooperativa Olis Export. Wenzhou, al sur de Shanghái, es la perla de la provincia de Zhejiang, la cuarta renta per cápita más alta. Hace poco solo vivían en ese lugar los campesinos más pobres, en las tierras más yermas. El Gobierno no invertía porque su cercanía a Taiwán la convertía en objetivo probable de las bombas. De ese erial brotó la iniciativa privada más audaz de China.