El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reiteró ayer desde Pekín que su voluntad de estar presente el 15 de noviembre en Washington para participar en la cumbre internacional sobre la crisis "no responde a un capricho", sino que es la constatación de que su Gobierno "con argumentos y contenidos" se ha tomado en serio la reforma a fondo del sistema financiero internacional, cuya falta de regulación ha provocado la actual crisis. "España debe estar en esa cumbre", sentenció, al entender que el país puede presentar unas buenas credenciales.

Zapatero recordó en Pekín, donde busca apoyo a sus propuestas en el marco de la cumbre Asia-Europa, que la idea de reformar organismos como el Fondo Monetario Internacional surgió en el seno de la Unión Europea (UE), y que esos países deben jugar también un papel primordial, sin perjuicio de EEUU. Con esa premisa, el presidente confía en que el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, facilite la presencia española en Washington.

Fuentes de presidencia aseguraron que la actitud del presidente francés es muy positiva en las gestiones que se realizan. Esa complicidad con Sarkozy estaría justificando el optimismo del Zapatero, que se ha volcado en un objetivo que cree primordial también para romper la imagen de que no ha sabido hacerse valer en el contexto internacional, que aplica una política exterior poco ambiciosa y que está lastrada desde el inicio por su mala relación con el presidente Bush.

"IR DE FRENTE Zapatero apeló de nuevo al peso de la economía española, "la octava economía mundial", y a la experiencia de las entidades financieras españolas, que "han resistido con solvencia" la fuerte crisis financiera. Esa actitud, dijo, es la más adecuada: "Hay que ir de frente y decir las cosas abiertamente".

Zapatero secundó las palabras de Sarkozy en Pekín sobre la necesidad de que la UE tenga una sola voz en Washington. Pero esa sola voz --al margen de que la UE proponga reformas de las instituciones financieras de forma conjunta--, no debe impedir que España participe en la cumbre. La decisión del Ejecutivo español es firme y a ello se dedica con esfuerzo en los últimos días, desde la convicción de que la presencia en Washington debe suponer un éxito como país. Zapatero rechazó las interpretaciones del PP, según las cuales sus problemas se deben a la mala relación con el presidente de EEUU, George Bush, anfitrión de la cumbre.

"El anterior Gobierno --en alusión al presidido por José María Aznar-- tenía muy buena relación con Bush, pero España no participó en ninguna cumbre del G-1, G-5, G-8, G-14 o del G-20...", aseguró, de forma irónica.

El Gobierno español trata de cerrar una propuesta concreta y detallada sobre la reforma del FMI, "que debe sentar las bases de los próximos años para la economía mundial", según Zapatero. Su Gobierno "no está dispuesto a consentir tanta avaricia ni a que se engañe a tanta gente por una voracidad desmedida que deja a muchos ciudadanos sin sus empleos", dijo.

PRINCIPIOS ETICOS Esa propuesta la desarrollará España en el Consejo Europeo convocado por Sarkozy para el 7 de noviembre, y que deberá acordar una postura conjunta que defender en Washington. Para Zapatero, el FMI debe "extender la regulación del sistema financiero internacional, sometiéndolo a controles y a principios éticos que garanticen un equilibrio más justo de la riqueza", además de actuar como prestamista para los países emergentes.

Con el propósito de buscar apoyos a sus tesis, Zapatero se entrevistó ayer en Pekín con el presidente de Corea, Lee Myung Bak; el primer ministro de Singapur, Le Hsien Loong; el primer ministro de la India, Manmohan Singh, y con el presidente de China, Hu Jintao. Tanto Corea, como India y China forman parte del G-20, llamado inicialmente a participar en Washington.

Desde La Rioja, el líder del PP, Mariano Rajoy, hizo un alto en su tono crítico con el Ejecutivo y señaló: "España tiene que estar ahí como sea". Según dijo, no es momento de pasar factura a Zapatero por sus errores, sino de evitar que la comunidad internacional "le pase factura a España por los errores de Zapatero".