El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, invocó ayer el blindaje del Ejecutivo alemán sobre E.ON para justificar el rechazo a la oferta de compra de Endesa, la primera eléctrica española, por la compañía germana. En el pleno del Congreso, Zapatero dijo que España es un país "abierto" a la inversión extranjera, pero subrayó que también debe tener "garantías" en sectores estratégicos como el energético y velar porque haya "igualdad de reglas" entre los socios de la UE.

Zapatero respondió así a una pregunta del líder del PP, Mariano Rajoy, quien acusó al presidente de generar "un gravísimo peligro a las empresas españolas que están fuera y a algunas extranjeras que están aquí y que pueden deslocalizarse".

Rodríguez Zapatero respondió que "el sector energético tiene una situación de singularidad en todos los países", que lo convierte en "estratégico" para todos los gobiernos, "también en Alemania", y recordó el control del Gobierno alemán ante una posible adquisición de E.ON.

Rajoy le corrigió. Dijo que "E.ON es opable" y que las salvaguardas sólo son para posibles compras "no comunitarias". Zapatero contestó: "Lo que me sorprende es que no le importe que E.ON, en la parte de gas, después de la fusión, tenga control público en función de los intereses de la política energética de la República Federal Alemana (...) y que le extrañe que en España queramos tener garantías".

TRADUCCION LITERAL El líder del PP se equivocó. En la traducción --facilitada por el Gobierno español-- de la condición impuesta por el Gobierno alemán a E.ON en su fusión con Ruhrgas (la empresa gasística) queda claro que "a petición del Ministerio de Economía y Tecnología, E.ON deberá vender a un tercero sus participaciones en Ruhrgas cuando otra empresa adquiera la mayoría del capital o de los derechos de voto de E.ON y el adquirente pueda restringir los intereses de la política energética de Alemania". Añade que "el comprador de las acciones de Ruhrgas deberá contar con la autorización del Ministerio".

En la práctica, esta cláusula hace inútil cualquier intento de una empresa extranjera de comprar E.ON, al ser despojada del atractivo negocio del gas. Esta cláusula brinda a España el principal argumento para defender las nuevas medidas proteccionistas dentro de las reglas de juego comunitarias, al amparo del "principio de reciprocidad".

Fuentes de E.ON y el propio ministro alemán de Economía, Michael Glos, intentaron minimizar el alcance de este blindaje. Glos explicó que cuando E.ON compró Ruhrgas, que cuenta con una participación pública, se estableció que si vendía la empresa gasística debería contar con la aprobación del Gobierno, "pero no hay un derecho de veto si inversores extranjeros quieren comprar E.ON".