El voto se ha vuelto muy volátil en España. El multipartidismo, que parecía una dinámica reservada a las comunidades autónomas y a los momentos de crisis económica más intensa, ha llegado para quedarse. El último sondeo del GESOP para este diario, cara a las inminentes elecciones generales del día 28, evidencia que algunas dinámicas en los dos principales bloques ideológicos van a marcar tanto la campaña como el resultado final. En primer lugar, el PSOE tiene más que movilizados a sus votantes del 2016. Todo indica que están satisfechos con la gestión que ha hecho Pedro Sánchez en esta agitada legislatura: negarse a investir a Mariano Rajoy, forzar una moción de censura tras la sentencia del caso Gürtel e intentar vertebrar una mayoría con Podemos y con los grupos periféricos sin cambiar el modelo de Estado. También parece clara la tendencia dentro de los votantes de Podemos a dar respaldo al actual líder del PSOE, aunque en las últimas semanas esta fuente de nuevos apoyos parece desacelerarse. Con todo, este bloque podría estar en torno a los 160 diputados en el Congreso, a 15 de la mayoría absoluta, lo cual los pone a los pies del PNV y del independentismo catalán.

Junto a Podemos, los indecisos se concentran también entre quienes votaron a Cs en las elecciones del 2016. El sondeo pone de manifiesto que la trayectoria de Albert Rivera en estos tres años --investidura de Rajoy, voto contra la moción de censura y veto a un futuro pacto con Sánchez-- ha despistado a muchos de sus electores, especialmente a los que se creyeron su vocación de centro y socialdemócrata. Buena parte de los pactos poselectorales dependen en este momento del comportamiento de los votantes de Cs. Si se la juegan se pueden encontrar con que sus votos sirvan para pactar con Vox y hacer presidente a Pablo Casado. Con todo, la triple derecha suma en torno a 140 diputados, a 35 de la mayoría necesaria. A quien no parece que le salgan los números de ninguna manera es al nuevo líder del PP. Las alas que le ha dado a Vox en Andalucía ni le aseguran un mejor resultado ni le garantizan ganar terreno como bloque.

Tenemos por delante una campaña a cara de perro porque la volatilidad invita a los estrategas de los partidos a extremar los mensajes, como ya está ocurriendo en la precampaña. Una dinámica que puede condicionar e incluso impedir los necesarios pactos tras la cita con las urnas que los electores querrían, con toda probabilidad, entre aliados naturales: PSOE-Podemos, PP-Ciudadanos y PSOE-Ciudadanos.