Cáceres necesita un apeadero ferroviario para mercancías en el polígono industrial de Capellanías? Actualmente no. El volumen de empresas existente, así como los sectores a los que se dedican, lo hace totalmente prescindible. Sin embargo, su petición por parte de la ciudad viene a representar la máxima de qué es primero, ¿el huevo o la gallina? La asociación de empresarios de este polígono, Apilca, y el gobierno municipal coinciden en la necesidad de esta instalación no tanto como prioridad, sino como apuesta de futuro. La razón es obvia: la atracción de grandes empresas, algo de lo que está tremendamente necesitada esta ciudad. Si una gran industria considera Extremadura para su instalación tendrá claro que antes que Cáceres deberá ubicarse en Badajoz (donde está la plataforma logística del suroeste europeo) o, en su defecto, Mérida o Navalmoral. La razón es lógica, las tres ciudades disponen de nodo logístico o terminal ferroviaria, lo que facilita la salida de mercancías a otros territorios nacionales o al extranjero.

Por esta razón es por la que Cáceres se quiere anticipar al futuro y pide no quedarse fuera del mapa de infrestructuras de la región.

Es legal y hasta lógico que una región o un estado determinen dónde deben ubicarse los núcleos industriales. Pero también que el empresariado y el gobierno de una determinada ciudad se movilicen y reivindiquen aquello que consideran beneficioso para su futuro, sobre todo si se aprecia que hay otros espacios industriales o polígonos logísticos en España y Extremadura que se han montado sin que exista a priori un volumen de empresas que lo requiera o lo necesite.

Según ha señalado Adif, el administrador de infraestructuras ferroviarias, la línea de alta velocidad que llegará a Cáceres se está ejecutando con los parámetros necesarios tanto de trenes de pasajeros como de mercancías y que la construcción o no de un apeadero dependerá de la capacidad de demanda de las empresas. Habrá que decidir qué futuro se plantea para Cáceres y también marcar sus prioridades. Es perfectamente compatible la vocación turística y de servicios de esta ciudad con una infraestructura que le permita atraer a empresas. Un atractivo patrimonial debe ser un extra, nunca una losa para el progreso.