Cáceres abrió ayer su nuevo hospital después de 12 años, un mes y un día. Ha sido demasiado tiempo, con retrasos criticables que acabaron en el juzgado durante la anterior administración del PP, pero finalmente se trata de una realidad tangible para la que es la segunda ciudad más importante de la región. La capital cacereña vive este nuevo hospital con expectación por cuanto que, por fin, se empieza a hacer realidad una necesidad demasiado esperada para la ciudadanía no solo de Cáceres, sino de su zona de influencia.

El nuevo hospital salvó ayer el trámite de su apertura, respondiendo con garantías a un plan de apertura que se desarrollará por fases pero que permitirá disponer, poco a poco, de la nueva instalación a la vez que se cierra el centro hospitalario Virgen de la Montaña. Las consultas que ayer dieron comienzo se probarán durante todo el mes de febrero y servirán para comprobar que las instalaciones funcionan adecuadamente. En marzo está previsto que se traslade el resto de consultas externas, a lo que seguirá cirugía mayor ambulatoria (intervenciones que no necesitan hospitalización), el bloque quirúrgico y las plantas de hospitalización y de Urgencias.

El nuevo hospital cuenta con unas instalaciones modernas y amplias. Tanto, que la propia Consejería de Sanidad ha llegado a afirmar que, conceptuado hoy, todo el hospital habría cabido en la primera fase, no teniendo que ejecutar la segunda. Esta segunda fase, que ahora saldrá a licitación, dispondrá (cuando esté acabada) de 300 camas más, 92 espacios de consultas, un hospital de día para 159 puestos, y una UCI con 70 plazas. Además contará con el área de docencia e investigación y servicios de dirección.

Hay voces críticas que aseguran que hubiera sido más pertinente esperar a contar con todo el centro hospitalario, sus dos fases, para abrirlo al público. Sin embargo, la experiencia demuestra que una apertura por fases resulta más operativa, por cuanto que ya son demasiados los años que hace que se abordaron las obras de la primera fase y se corre el riesgo de entrar en el terreno de lo obsoleto. Es más, la instalación actual permitirá medir el grado de utilización de las infraestructuras, tales como el transporte público o la red viaria, lo cual favorecerá que todas las administraciones vayan previendo qué cambios deben abordarse cuando tenga que abrir el cien por cien de la instalación.