Pablo Casado llegó a la presidencia del PP con la etiqueta de «la derecha sin complejos». Sin complejos reivindicó una ley del aborto de hace 33 años, sin complejos se opuso a cualquier regulación de la eutanasia, sin complejos declaró que no se gastaría un duro en desenterrar a Franco, sin complejos cargó contra la ley de memoria histórica y, ahora, sin complejos empieza a utilizar la inmigración como arma política. A otro nivel, pero a la subasta se ha sumado Albert Rivera, que ha visitado la valla de Ceuta para atacar al Gobierno y competir con el PP en la denuncia de la política migratoria. Casado se sirve además de datos falsos, como el de que la acogida del ‘Aquarius’ ha provocado un ‘efecto llamada’, cuando las cifras demuestran que la nueva presión migratoria comenzó en 2016, creció exponencialmente el año pasado y ha continuado en este. Acusa Casado al Gobierno de demagogia mientras asegura que su partido se opondrá a la consigna de «papeles para todos», una política que nadie defiende, y llega a prometer que defenderá a las fuerzas de seguridad «de las propias autoridades». Tanto Casado como Rivera alertan de que sus advertencias van dirigidas a impedir el crecimiento del populismo, pero lo que hacen es alinearse con los políticos populistas europeos -de Austria, Italia o Alemania- que están creando un problema con la inmigración precisamente cuando la llegada de inmigrantes, comparada con la de hace tres años, ha descendido significativamente.