El ‘president’ Quim Torra se ha negado a retirar la Cruz de San Jordi a la expresidenta del Parlament Núria de Gispert por sus comentarios xenófobos e insultantes contra rivales políticos por los que ya fue reprobada por la Cámara catalana. Torra, que había viajado por enésima vez a Waterloo para entrevistarse con Carles Puigdemont, justificó el mantenimiento de la condecoración porque se otorga a «una trayectoria». Pues precisamente la trayectoria de De Gispert últimamente es lo que apoya los argumentos del PSC, Cs y el PP para retirarla.

El tuit que ha colmado el vaso fue publicado el pasado miércoles y en él comparaba la salida de Cataluña de Inés Arrimadas (diputada en Madrid), Juan Carlos Girauta (diputado por Toledo), Enric Millo (alto cargo en Andalucía) y Dolors Montserrat (Parlamento Europeo) con el aumento de las exportaciones porcinas. Después retiró el tuit y dijo que nunca había querido llamar cerdo a nadie, pero ni siquiera pidió disculpas. Este tuit y otro del martes, en el que se felicitaba por la marcha de Arrimadas a Madrid, se producen después del anuncio de la concesión. Antes, en el 2017, ya instó a la dirigente de Cs a volver a Cádiz y en el 2018 la calificó de «inepta e ignorante». También había insultado a su excompañero en Unió Ramon Espadaler, a Cayetana Álvarez de Toledo y a Meritxell Batet.

Como se ve, toda una trayectoria. El último tuit, además, lo dedicó a «todos aquellos que desean que vuelva la dignidad a nuestras instituciones», cuando es su actuación la que degrada esa dignidad. La Cruz de San Jordi se creó en Cataluña en 1981 para distinguir a las personas naturales o jurídicas que «hayan destacado por los servicios prestados a Cataluña en la tarea de defensa de su integridad y de restauración de su personalidad o más generalmente en el plano cívico y cultural». En el 2009, a raíz del caso Millet, se añadió un artículo que permite revocar la concesión «cuando se produzcan hechos que pongan de manifiesto la conducta poco honorable, que comporte la indignidad o el demérito, de la persona o entidad galardonada». Torra debe considerar que insultar a los rivales políticos no es una «conducta poco honorable». En realidad, la concesión ya fue una provocación, aunque estuviera enmascarada con el galardón a otros expresidentes del Parlament que sí han mantenido la dignidad de las instituciones.