El asesinato de una ciudadana alemana ayer en Vinaroz a manos de su expareja, que se desplazó expresamente desde Alemania para perpetrar el crimen, eleva hasta 45 el número de mujeres víctimas mortales de la execrable violencia machista en España. Una negra estadística a la que hay que sumar el lamentable aumento de menores que pierden la vida convertidos en inocentes objetos de venganza del agresor. No ha podido pues tener peor preámbulo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se conmemora hoy en todo el mundo para denunciar y combatir una epidemia que avanza de forma silenciosa y globalizadora. Las cifras son muy negativas: entre el 45% y el 55% de las mujeres europeas han sufrido alguna forma de acoso sexual desde los 15 años de edad y en España ese porcentaje se sitúa en el 50%. Y el problema no es solo de Código Penal ni de pactos políticos para ayudas finalistas a la víctima cuando muchas veces hay poco remedio. El desasafío es social y colectivo. Son necesarias decididas intervenciones multisectoriales, que vayan desde un sistema educativo que fomente la igualdad de género, pasando por una mayor sensibilidad de policías y jueces, hasta nuestras conductas más cotidianas teñidas de micromachismos que creemos de baja intensidad pero que ayudan a alimentar al monstruo.