El sumario del caso Kitchen de presunto espionaje desde el Ministerio del Interior al extesorero del PP Luis Bárcenas para evitar que informaciones y documentos comprometedores para el partido llegaran a la justicia señala al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy como uno de los protagonistas preferidos por el excomisario corrupto José Manuel Villarejo en las conversaciones grabadas con distintos interlocutores. Villarejo habría hecho numerosas «maldades» para «salvar al Barbas», «podría estar preso». Al expresidente se le acusa, entre otras cosas, de haber cobrado sobresueldos, como ya revelaron en su día los papeles de Bárcenas. Las dos personas con más poder en la etapa de Rajoy, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal, también aparecen en las grabaciones así como otros exdirigentes del PP como Rodrigo Rato o Esperanza Aguirre. Este goteo constante de informaciones debe ser investigado hasta el fondo, aunque la credibilidad del excomisario y el objetivo de las revelaciones sean cuestionables. Más cuestionable aún es cómo un personaje como este ha podido moverse libremente como lo ha hecho durante tantos años.