El aventurismo del Frente Nacional de Liberación Corso que sembró la isla de acciones violentas durante cuatro décadas renunció a las armas en 2014 mientras el independentismo político hacía frente común con el autonomismo. Aquel mismo año aquella coalición nacionalista se hacía con la alcaldía de Bastia, al año siguiente lograba una victoria en las elecciones territoriales y en este ganaba tres de los cuatro escaños que le corresponde en la Asamblea Nacional francesa. Ahora los corsos han vuelto a las urnas para votar la composición de la nueva entidad territorial única y con mayor poder que sustituye a los dos departamentos existentes hasta ahora. Sobre la fuerza del nacionalismo en su doble vertiente, la autonomista y la independentista, ha planeado el caso catalán que ha sido esgrimido por la oposición que opta por mantenerse en Francia. El programa que defienden los nacionalistas ahora mismo consiste en un estatuto de autonomía con poder legislativo y en el reconocimiento de la cooficialidad de la lengua corsa. Ni siquiera el independentismo contempla la secesión en un futuro. Unos y otros conocen la fuerza de un Estado y las fuerzas propias. Con razón, nadie quiere ser ahora un David perdedor frente a un Goliat que además es centralista como pocos.