Después de más de dos años de discusiones y tras una votación muy cerrada, el Parlamento Europeo ha aprobado una directiva sobre los derechos de autor y derechos afines en el mercado único digital, un acuerdo negociado con el Consejo Europeo que tiene la pretensión de establecer nuevas reglas de copyright en la era de internet. La polémica que ha rodeado esta medida puede resumirse en las reacciones que han llegado después de una aprobación que ahora tendrá que ser ratificada en las respectivas cámaras nacionales. Por un lado, quienes están a favor de la directiva aseguran que significará un aumento de la garantía jurídica para los autores de contenidos, así como el establecimiento de una remuneración justa. Por otro, los detractores observan el acuerdo como un límite a la libertad de expresión y una censura que significará el fin de internet tal y como lo conocemos. En cualquier caso, es una legislación histórica que garantiza en principio una protección adecuada a los creadores ante los gigantes de internet y que procurará, con el llamado impuesto al enlace, un control de los editores de prensa y periodistas sobre sus productos, hasta ahora utilizados sin más por plataformas o agregadores de noticias. Ello conllevará una mayor capacidad de generación de contenidos de calidad, que deberán ser valorados con justicia retributiva, en un mundo cambiante que, seguramente, exigirá un acuerdo de futuro para equilibrar la balanza entre usuarios, creadores e intermediarios.