Hay un pueblo en Extremadura en el que la fruta, el pan, los alimentos congelados y el butano aún se reparten a los vecinos en vehículos llegados para la ocasión; en el que apenas hay cinco niños (dos de ellas niñas llegadas de China); donde se puede adquirir una vivienda digna por apenas 15.000 euros (dos millones y medio de las antiguas pesetas). Un lugar donde sus habitantes no se preocupan por dejar la puerta abierta, que solo cuenta con cuatro calles y la tranquilidad está parada en el tiempo. No hay comercios y el único bar existente solo abre los fines de semana. Pero también es el que concentra el mayor porcentaje de censo electoral (tienen derecho a voto 72 de sus 80 habitantes), no tiene paro y exporta carpetas a toda España y Portugal. Se trata de El Carrascalejo, el municipio más pequeño de la comunidad autónoma, situado a doce kilómetros de Mérida, y que afronta las elecciones sin carteles de candidatos, mítines o visitas de personajes políticos.

Aquí todo el mundo se conoce y votan a la persona, amén del partido al que pertenezca. No en vano, hace 16 años que gobierna un partido independiente, a cuyo frente está José Antillano, de 63 años, y que afronta su quinta legislatura con la competencia de una mujer residente en Mérida y que se presenta por el PSOE. El alcalde se muestra confiado de cara a la cita del 27-M, y se pone como objetivos la ampliación del suelo, sobre todo para industrias, y la construcción de viviendas de protección oficial.

Sin embargo, un día cualquiera a las once de la mañana son pocos los lugareños a los que les preocupa la campaña electoral; apenas se dejan ver una decena, son sobre todos personas mayores, al margen de varios peregrinos ingleses que atraviesan su calle más larga (de unos 300 metros) para seguir su camino por la Ruta de la Plata con destino Aljucén, donde les espera un albergue en el que sofocar el calor visible en sus enrojecidos rostros.

A pocos metros, no hay distancias en El Carrascalejo, trabaja Ana, una joven encargada de tramitar las cuestiones municipales en el ayuntamiento, y que tiene muy claro que no piensa abandonar su pueblo porque "aquí se vive estupendamente".

Más claro lo tiene aún Presentación Pino, una de las ancianas del lugar. Su experiencia le permite asegurar que el crecimiento del pueblo ha sido evidente en los últimos años y pone un claro ejemplo: "Aquí antes no había nada en los alrededores y las casas se vendían porque se caían. Ahora, ya vienen aquí ha hacerse una vivienda", porque "se vive muy bien".

También hay negocios

Debe ser cierto, porque no en muchos lugares te llevan la fruta o el pan a casa. Además, solo en sitios tan peculiares se puede observar como en la práctica totalidad de las casas hay una garrafa de agua llena en la puerta. La razón: para que los perros que corretean por el pueblo no hagan sus necesidades allí.

Pero, aunque los servicios escasean, también hay empresarios. Es el caso de Luis Miguel, un joven autónomo que trabaja en una herrería, desde la que presta servicio a toda la comarca de Mérida. Y no le va mal. "El negocio está a tope". Con la única compañía de la radio, explica que "el pueblo va creciendo" desde la tranquilidad.

Este modesto negocio apenas está separado 300 metros de otra idea emprendedora, un centro especial de empleo que produce 12.000 carpetas diarias y que da trabajo a doce personas. Angel Luis Serrano es el gerente y recuerda como hace seis años empezaron a trabajar y realizan 400 referencias diferentes de carpetas, que venden a España y Portugal.

Bajo este prisma se presenta el 27-M en este pueblo, donde "todo el pueblo es concejal" .