CiU se sentó hace un año en una mesa de póquer y anunció que se jugaba a una sola carta las legislativas de hoy: se marcó el objetivo de ser numéricamente decisiva para que el ganador de las elecciones se viera obligado a acatar sus peticiones. La partida se jugó ayer y CiU podrá seguir en la partida. Sus 11 diputados, uno más de los logrados en el 2004, podrían blindar a José Luis Rodríguez Zapatero si el PSOE decide optar como socios por los nacionalistas. Pero sus dirigentes no descartaban ayer en privado que los socialistas gobiernen en solitario alternando socios.

CiU puede ser decisiva, aunque no está claro que acabe siendo imprescindible. Su resultado, que iguala el de hace cuatro años, le ofrece motivos para la satisfacción. Entre otras cosas, por el descenso de ERC, que le permite sentirse ganador en la batalla soberanista e incluso esperar que los resultados dificulten la relación entre PSC y ERC en el tripartito. Nadie en CiU quiso ayer hacer sangre sobre el retroceso republicano. Artur Mas lamentó que los partidos sin referente español logren "menos representación" que en el 2004", e invitó a la reflexión a "estos partidos", en alusión a Esquerra.

El candidato de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, compareció ante los medios exultante: "CiU es a partir de hoy una fuerza central en la política española. Quien quiera hacer algo tendrá que contar con CiU, y eso supone que tendrá que contar con Cataluña", afirmó. El democristiano descartó que le toque abrir el baile de los pactos poselectorales: "No nos corresponde a nosotros hacer ningún movimiento".

DEBATE INTERNO "Nos podemos sentir orgullosos. Hemos resistido la polarización", agregó Duran, a quien nadie en la federación podrá reprochar su campaña electoral. Pero si el resultado le permite respirar tranquilo, tiene otros motivos para sentirse inquieto. El debate que se aplazó durante meses ha llegado: CDC y UDC tienen que ponerse de acuerdo para negociar en Madrid. Y no será fácil.