El candidato popular quería hablar de inmigración, tema estrella de su campaña. El presidente del Gobierno no quería lo mismo: su objetivo era recordar los nuevos derechos otorgados a los españoles en esta legislatura y, de paso, comparar su gestión con la de los conservadores.

Rajoy, primero en usar la palabra, dijo que, en el 2007, había más inmigrantes en España que en Francia, Alemania y Reino Unido juntos lo que, a su juicio, es una "avalancha" y un riesgo para el sistema del bienestar.

Llegó la réplica de Zapatero y optó por hablar de nuevos derechos. Tras reprochar a Rajoy que redujera las becas siendo ministro del ramo, sacó a colación que el PSOE ha puesto en marcha otro modelo educativo; ha mejorado los derechos de maternidad y paternidad; ampliado la financiación del sistema de educación; aprobado las leyes de dependencia, la "histórica" ley de igualdad y la del matrimonio gay; subido las pensiones; creado medidas para el alquiler y fomentado la natalidad.

¿ORDEN O BONOBUS? Rajoy volvió a la inmigración. Afirmó que, con Zapatero, los permisos de inmigración pasaron de 1,7 millones en el 2004 a 3,9 millones en el 2007 y destacó lo elevado de la tasa de reclusos inmigrantes. "Aquí hay que poner orden y control", exclamó.

Tampoco entró esta vez Zapatero al trapo y apuntó que el PP nunca apoyó leyes como la del aborto o el divorcio. Pero ambos viraron al final del bloque: Rajoy se refirió a otras políticas sociales del Gobierno para criticarlas. Y Zapatero afeó que su interlocutor abrió, cuando era titular de Interior, un proceso de regularización en el que solo se requería presentar "un bonobús o factura de hotel" para lograr papeles.