Hay un pueblo en la llamada sierra pobre de Madrid en el que hay elecciones municipales este año. Dirán ustedes que como en todas partes. Bueno, sí. Pero es que los candidatos tienen mote. Y volverán ustedes a decir que como en todos los pueblos. Me rindo. Pero es difícil encontrar un pueblo en el que la candidata a alcaldesa por el Partido Popular se llame, o la llamen en el pueblo, la comerratones .

Esto, en una capital como Barcelona, Madrid o, incluso, Soria, que ha tenido equipo de fútbol en primera división, no se olvide, sería una desventaja. Pero en Bustarviejo no lo es. La apelada comerratones demuestra con eso que en el pueblo todo el mundo sabe quién era su padre y qué tipo de persona es ella. O sea, lo contrario de las campañas que todos los partidos están haciendo en las elecciones municipales. El principal rival de Luci es Pepe, el nieto del tío Zanga, un socialista que durante la guerra civil consiguió que en el pueblo nadie matara a nadie, bragado y decente.

Pues en ese pueblo, la gente anda discutiendo a quién le da su voto, después de unos años en que votaban a los candidatos de los partidos. Ahora, es evidente, cada uno ocupa su lugar en el espectro político, pero importa mucho quién es. Por ejemplo, Agustín, el churrero, que es más facha que hecho de encargo, tiene la duda de si votar al nieto de Zanga. Y a Agustín se lo trabajan en los bares a base de chatos de vino, para que se decida a dar el voto a quien se lo pide el cuerpo y no la ideología. Y en esa misma situación está medio pueblo.

No se parece nada la cosa a la de las capitales, por supuesto, pero tampoco a ese lugar de la Galia donde los patriotas atracan a las candidatas del PP porque son del PP. Cuando uno lo piensa, resulta que el fascismo y el facherío no estaba donde todos pensábamos, sino en una cosa que se dice a sí misma izquierda, pero que solo es patriota.

Los patriotas quieren hundirnos la vida. Necesitamos de Zangas y comerratones para llegar a ser felices y sobrevivir. Cuando Esperanza Aguirre gritó el 4-0 (ustedes me perdonen por recordarlo), lo gritó como una auténtica patriota. En cambio, el presidente del Getafe, que fue siempre de CCOO, lo contó como si fuera un partido de fútbol. La diferencia.