Cuando, a las 22.30 horas de la noche, el escrutinio daba 5.000 votos más al PP que al PSOE, en la madrileña calle Génova empezaron a dar saltos y a esperar que la cifra no dejara de aumentar. Así fue, el partido de Mariano Rajoy ganó en cómputo global y los conservadores se dieron por satisfechos porque habían fiado su victoria a la obtención de más sufragios. Los que fueran. Angel Acebes, número dos del PP, se felicitó de haber ganado en tres sentidos: votos, capitales de provincia y comunidades autónomas. Y recordó que es la primera vez que eso ocurre desde el año 2000. Y Rajoy, en el balcón, botó. Solo. Y junto a Esperanza Aguirre, Alberto RuizGallardón y Angel Acebes.

El secretario general del PP dijo que Zapatero había perdido. Por si a alguien le quedaban dudas de que el PP había planteado estas elecciones como si fueran unas primarias. Ya hacía tiempo que Navarra y Baleares no entraban en los cálculos. Y no quiso entrar en valoraciones sobre esas comunidades, más allá de quejarse de no tener datos sobre la comunidad foral: "Llegan muy lentos y no sé por qué", insinuó.

Nada de interpretar qué significa para el PP perder el ayuntamiento de Vitoria, hasta ahora en manos del conservador Alfonso Alonso, y la mayoría del Parlamento foral --de Unión del Pueblo Navarro--. Nada de entender que podía entenderse como un varapalo a la política de acoso y derribo en cuestión de lucha contra el terrorismo y posibles soluciones a la violencia.

La plana mayor de los conservadores siguió los resultados desde la séptima planta, donde están los despachos de Rajoy y Acebes. El alcalde, que pasó la primera parte de la noche en el Ayuntamiento de Madrid, se trasladó a la sede del partido sobre las once de la noche, después de ofrecer su primera comparecencia ante los medios.

Demasiado tarde. Mientras recorría la escasa distancia que media entre la sede del gobierno municipal y la del PP, a la que es a la vez rival y compañera de filas le había faltado tiempo para salir al balcón sola y dar gracias a los que habían vuelto a confiar en ella. Aguirre presume de no tener complejos. Se había escrutado poco más del 55%.

EUFORIA EN LA CALLE Cuando la victoria era definitiva, salieron los dos al balcón, junto a Rajoy y Acebes. Y entonces el primer autorizado para hablar a los centenares de ciudadanos eufóricos que esperaban en la calle fue él. El alcalde de Madrid. Gallardón quiso decir dos cosas: que nadie debe "mirar atrás" sino adelante y que Madrid "siempre anticipa" lo que va a decidir España "muy pronto".

Entre gritos de "presidente, presidente", el líder del PP dio los saltos de rigor y subrayó que la ventaja del PP en las autonómicas ha sido mayor que en el año 2003. "Estaré a la altura de las circunstancias. Quiero decir a los ciudadanos que no les vamos a fallar". Y tuvo respeto para los ciudadanos que introdujeron otras papeletas en los sobres, al prometer que el PP "gobernará para todos" y agradecer la presencia de muchas banderas españolas. "Es la bandera de todos, la que une a todos piensen como piensen", proclamó.