Mayo es un mes habitual para la celebración de romerías en Extremadura. Villafranca de los Barros conmemoraba hace escasos días su festividad campestre en honor a San Isidro, el patrón de los agricultores. Este año, la fiesta tuvo un marcado carácter electoral, con la polémica de la refinería del Grupo Gallardo por medio. Un proyecto industrial que ha marcado la vida este pueblo en los últimos meses y que tiene su reflejo en las candidaturas que presentan a los comicios municipales. En la cita del próximo domingo, a los tradicionales PSOE y PP se unen la Agrupación de Electores Ciudadans de Villafranca y el Partido Comunista de los Pueblos de España.

Preguntar en Villafranca a los ciudadanos cómo viven esta campaña electoral arranca versiones tan distintas casi como habitantes. Desde los incrédulos que opinan sin dudarlo que "todos los políticos son iguales", "se acercan a la gente una vez cada cuatro años porque les interesa"..., hasta los seguidores convencidos de alguna opción que defienden a muerte las propuestas de su candidato. "Si no hubiera sido por Ramón Ropero, Villafranca no tendría ahora tantas cosas" o "necesitamos un cambio porque los políticos se acomodan en el poder, una mujer podría ser buena opción", en alusión a la candidata de los populares, son algunas de las opiniones.

Realidad inevitable

Julián camina ayudado de su bastón por un tramo del camino que va hasta San Isidro y antes de abandonar las calles del pueblo pasa bajo las banderolas políticas que invitan al voto sin mirar si es festivo o laboral. En campaña cada minuto cuenta.

Está un poco desencantado de la política, aunque quizás sea más desencanto por los políticos. Siempre se consideró socialista y lo había vivido en casa, pero ahora quiere ser apolítico. Tiene varios hijos y desde hace algo más de dos años estos temas se han convertido en tabú cuando se reúnen en familia.

Uno de sus hijos sigue sus pasos en cuanto a ideas y es partidario de la refinería. Otra de sus hijas no quiere hablar del proyecto y no se pierde un acto de la Plataforma Refinería NO, ahora de la Agrupación de Electores Ciudadan@s de Villafranca. Al principio Julián no pensaba que estas cosas llegarían lejos, ahora recuerda con nostalgia otros tiempos donde no había tantas discusiones. Quizás por comodidad, "bueno, en realidad no me gusta ver a mis hijos distantes por estas cosas, total si al final van a hacer lo que quieran", dice mirando al horizonte.

No sabe cómo va a quedar la cosa después del 27 de mayo porque, aunque intuye algunos cambios, tiene muy claro que el alcalde será de nuevo Ramón Ropero. Y en cuanto a los cambios, no sabe explicar exactamente de qué calibre, pero con la experiencia que le dan los años afirma que lo que está pasando últimamente en Villafranca es lo que pasó hace años en España. "La gente quiere que se le tenga en cuenta no solo cada cuatro años, cuando llega la hora de votar, sino todos los días, pues los problemas se viven a diario y algunos las promesas las olvidan pronto".

Parece que durante la romería habría tregua en lo político, pero nada más lejos de la realidad. En el meollo de la celebración las casetas de los partidos con carteles, logotipos, banderas y demás señales inequívocas ofrecen la imagen de que este no es un mayo cualquiera. En la pradera, a la izquierda la caseta del PSOE, a la derecha la del PP, casi mirándose de reojo. Un poco más al fondo la Agrupación de Electores, más modesta y con los candidatos sirviendo tras la barra.

Julián mira a su alrededor. La fiesta es la de siempre, pero constata que la refinería ha dividido los corazones de muchas familias.