Desde que el PP se hizo con el poder en la Comunidad Valenciana, la plaza de toros de la capital se había convertido en una especie de tabú para el PSOE. Mientras los conservadores no vacilan en celebrar sus mítines políticos en el coso, que tiene un aforo para 13.000 espectadores, los socialistas intentaban esquivarlo por temor a evidenciar su falta de fuerza en esa ciudad. Zapatero rompió ayer el maleficio al conseguir que la plaza se llenara a reventar con 20.000 enfervorizados fieles, dos mil más que el mítico lleno hasta la bandera que Felipe González logró en 1982.

Joaquín Almunia, candidato socialista a las generales del 2000, cometió la osadía de celebrar un mitin en el lugar y los organizadores se vieron obligados a cerrar con vallas más de medio coso. Zapatero no produjo tampoco mucho arrastre de masas cuando presentó la alternativa en la plaza en el 2003, aún como líder de la oposición, con motivo de las elecciones autonómicas y municipales. Desde entonces, el PSOE había esquivado ese escenario.

Aunque no se le conoce una afición por los toros, el líder socialista salió esta vez por la puerta grande. Se le veía eufórico: daba la impresión de que, después de que Pedro Solbes cortara las dos orejas a Manuel Pizarro, nada impedirá ya que él, el presidente, corte el rabo a Rajoy en su próxima faena televisiva. "A por ellos, oé", coreaba sin parar el respetable, agitando banderas socialistas y deseando que el cántico guerrero surta más efecto que cuando le fue entonado a la selección española en el último mundial de fútbol.