Al mediodía de ayer, una distinguida anciana entraba en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza para asistir al mitin de Mariano Rajoy. A su lado, llevándola del brazo, caminaba una cuidadora de evidente origen latinoamericano. No era el único caso. Ante estampas así, cabe preguntarse: ¿Qué sentido tienen los mensajes que asocian emigración con delincuencia o abren subjetivas brechas entre españoles y extranjeros? Una argucia electoral, se supone. Para movilizar unos votos y desmovilizar otros. O sea, la consecuencia natural de esta terrible legislatura. Alegan muchos candidatos que España no se puede permitir esto o aquello; según el PP, cuatro años más bajo el Gobierno de Zapatero serían intolerables. Pero en realidad lo único inaceptable es tener que soportar otros cuatro años más así.

Estas elecciones se han cargado de un demencial dramatismo que todo lo distorsiona. Era inevitable. Los trucos, las demagogias y los golpes bajos vienen de atrás y no habrá forma de evitarlos hasta que pase el 9-M. Ayer hubo que escuchar a Fernández Bermejo hacer desafortunados paralelismos entre ETA y el PP porque ambos, dijo, buscan la abstención. Llamazares, el relegado primer candidato de IU, usó el mismo argumento. Aznar (que ni pide disculpas ni piensa pedirlas) insistió en la doblez de Zapatero "que sigue compinchado con ETA". Frente a semejantes argumentos, casi resultaba entrañable la última boutade del ministro de Trabajo, Jesús Caldera, al que se le ocurrió predecir que muy pronto "la renta per cápita española superará a la de Francia".

Una y otra vez Zapatero llama a la gente a votar. Sabe que con una alta participación sus opciones se incrementan. Ayer, en Canarias, el presidente no se cortó a la hora de salir a la palestra defendiendo a los inmigrantes. En Zaragoza, tampoco Rajoy había vacilado en el momento de explicar a la concurrencia su política en materia de aguas. Dijo algo muy parecido a lo expuesto el día anterior en Murcia, pero sin nombrar la palabra trasvase . El líder de la derecha parece haber descubierto un manantial inagotable en la aparentemente exhausta cuenca del Ebro. De tan misteriosa fuente (que nadie más ve) saldrían caudales para apagar cualquier tipo de sed. Santa Lucía le conserve la vista.

De fiesta en Valdemoro

En la noche del viernes, la plana mayor del PP (incluido el matrimonio Aznar-Botella) celebró una multitudinaria fiesta en Valdemoro. Hubo mariachis y Esperanza Aguirre se bailó un vallenato colombiano. Luis Herrero, eurodiputado conservador, ha llevado al límite la campaña de su partido contra el canon digital llamando a los españoles a piratear música, películas y lo que se tercie. Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente y candidata socialista, se encontró con decenas de miles de agricultores (de la organización Asaja) y cazadores que se le manifestaban en contra las últimas normas para regular las acciones sobre el medio ambiente y defender la biodiversidad. No fue ésa la única manifestación de obvia intencionalidad política. En el capítulo de lo legal hubo, además, convocatorias contra la carestía de la vivienda, y luego, en plan ilegal , episodios de kale borroka en el País Vasco... y en Madrid (donde presuntos antifascistas hicieron una destructiva exhibición de fascismo rojo ).

Actos extremistas

En San Sebastián, la tradicional concentración de falangistas cumplió su habitual objetivo provocador y derivó en incidentes, puesto que los batasunos no faltaron a la cita. ¿Cómo se les ocurre a las juntas electorales aprobar actos extremistas que necesariamente han de acabar a pedradas y porrazos?

A pesar de todo, éste no es un país que se encuentre en una situación límite, ni en esta legislatura ha pasado nada especialmente grave. Y si hubiera pasado, justo en una semana llegará la ocasión de resolverlo. Aquí paz y después, gloria.