Daban las dos de la tarde y en la estación de Palazuelo-Empalme se cruzaban los correos de Madrid, Cáceres y Salamanca. "Había mucho ambiente: gente comiendo en la cantina, trajín de viajeros y un montón de enganchadores y guardagujas trabajando. Pero quitaron la línea de Salamanca, esto fue para abajo y hoy ya casi ni existimos".

Angel Villanueva y Petra Martín son una de las diez familias de jubilados de Renfe que aún resisten en el poblado ferroviario de Palazuelo-Empalme. Habitan una casita de Renfe por la que pagan un alquiler de 4.000 pesetas. "Llegué a Palazuelo en 1971. Entonces vivía aquí más gente que en muchos pueblos. Teníamos médico, tahona, cantina, un maestro, don Tomás, que ya se ha muerto, y un cura, don Damancio, que era de Casar de Cáceres. Hoy, ya ve, nada de nada".

Por Palazuelo ya no pasa el autobús y en la estación paran pocos trenes. Cuando Angel necesita comprar leche o aceite, coge la bici y se acerca a la tienda del cámping. "Los que mandan esperan que nos aburramos y nos vayamos para cerrar esto, pero yo no me aburro".

UN MERCANCIAS CANSINO

Una inmensa playa de vías, decenas de casas derruidas y abandonadas, caminos polvorientos, papeles revoloteando y un silencio muy espeso que sólo rompe el traqueteo cansino de un mercancías. No es la primera toma de una película del Far West, sino la imagen inquietante de los tres poblados ferroviarios más característicos de Extremadura.

Aljucén, Palazuelo-Empalme y Arroyo-Malpartida vivieron tiempos de esplendor cuando los trenes se detenían forzosamente allí para modificar el sentido, cambiar la máquina y recoger viajeros. Pero llegaron los by-pass , se construyeron nuevas vías y los empalmes quedaron obsoletos.

"En Arroyo-Malpartida estamos censados 48 vecinos y llegamos a ser 1.600. Teníamos escuela, silo, médico, maestro, iglesia, cura, policía municipal y barrendero fijo", recuerda Juan Manuel Martín, presidente de la asociación de vecinos. A la estación llegaba cada mes de octubre un vagón cargado de libros, cuadernos y lápices para los escolares y en enero estacionaba otro repleto de juguetes. Hoy, sólo para el Lusitania de madrugada y sin posibilidad de recoger viajeros.

Juan Manuel nació en la estación y aquí vivieron su padre y su abuelo. Le duele el abandono del poblado: "Falta saneamiento en alguna zona, faltan aceras y el panadero se niega a entrar cuando llueve porque se le atasca el coche". Tienen un autobús que pasa a las 8.45 y regresa a las 13.45 horas y una cantina-multitienda que ya abre a diario.

Palazuelo pertenece a Malpartida de Plasencia, Arroyo-Malpartida, a Cáceres y Aljucén, a Mérida. Este último poblado llegó a tener 150 habitantes. Hoy no pasan de 20. "Somos como una calle de Mérida, pero sin traída de aguas ni recogida de basuras", resume la situación Alfonso, un jubilado que ha elegido vivir en Aljucén.

De los tres poblados, el único en el que se nota actividad electoral es Arroyo-Malpartida. Sus vecinos, que tienen que votar a 20 kilómetros de casa, en Aldea Moret, podrán asistir a mítines y Juan Manuel tiene esperanzas de que los socialistas cumplan sus promesas. "Pero como gane el PP, lo mejor es que dimitamos de la directiva porque ha habido problemas y están un poco enfadados con nosotros".