Junts per Catalunya (JxCat) vivió ayer como una victoria un resultado electoral muy lejano a sus mejores guarismos en unas elecciones generales pero que tapona la fuga constante de votos y escaños que venía sufriendo este espacio político desde el 2011. Un aumento de 7 a 8 diputados que permitirá a los fieles al expresident Carles Puigdemont emprender con fuerza la batalla interna en la reorganización pendiente en el espacio político posconvergente. JxCat experimenta un ligero aumento en porcentaje, pero no deja de ser el segundo peor resultado en unas generales. La candidata, Laura Borràs, eufórica, se felicitó por el conjunto del independentismo y reclamó a Pedro Sánchez: «Siéntese y hablemos, mire el resultado y haga política».

Por su parte, la CUP entra al terreno de juego del Congreso. El giro estratégico de una formación hasta ahora reacia a batallar en este hemiciclo, ha cumplido su misión: obtener representación con un programa de bloqueo. Lo ha logrado tímidamente, sin florituras, con dos escaños, pero su salto no ha reforzado al bloque independentista, sino que ha arañado dos escaños a ERC. Eso sí, iguala la cosecha de la triple derecha (Cs, PP y Vox) en Cataluña. Cumplieron con sus expectativas sin llegar a lo que auguraban las encuestas.