Las condenas a prisión a los líderes del procés no fueron suficiente acicate para que el independentismo catalán lograse la primera mayoría en unas elecciones generales. Los partidos secesionistas, más fragmentados que nunca en unos comicios legislativos, rebasaron por primera vez el 40% de los votos en esta contienda, pero tan solo pudieron sumar un diputado más que en abril, 23, a las puertas de conseguir la mitad de los 48 escaños en liza. ERC volvió a ganar en su particular pugna con JxCat, pero los posconvergentes le comieron terreno, un aviso cara al que será, más pronto que tarde, el siguiente envite: las elecciones autonómicas.

Igual que en el resto de España, la repetición electoral no sirvió en Cataluña más que para perpetuar los graníticos bloques que dominan la política durante el septenio que llevamos de procés: el independentista, que gana y avanza pero sin alcanzar la mayoría, y el constitucionalista, que resiste contra los elementos. De hecho, el 42,61% de votos cosechados por los secesionistas se acerca a las marcas que registra en el resto de citas con las urnas. Son seis puntos más que en abril y un porcentaje casi similar al de las municipales de mayo.

dispersión del voto / Ese crecimiento, al calor de la sentencia del Tribunal Supremo y las movilizaciones posteriores, encontró en la dispersión del voto su principal lastre. El estreno estatal de la CUP, en busca de bochinche más que de influencia política, frenó la pujanza de ERC y dio alas a Junts per Catalunya, que revirtió los malos augurios demoscópicos con una remontada que permite a su vigía, Carles Puigdemont, conservar el timón frente a la presión del PDECat.

Los 13 diputados de ERC, dos menos, siguen siendo decisivos si Pedro Sánchez se decide a buscarlos tras forjar una alianza de izquierdas, y los republicanos ya se los sirvieron en bandeja en julio. Pero el contexto ha cambiado bastante. Como avisó Gabriel Rufián entonces, en otoño «todo sería más difícil». El fallo del Supremo y la tensa situación en Catalunya, con inminentes amenazas de conflicto en la calle a través de Tsunami Democràtic y los CDR, enrarecen las relaciones socialistas con ERC y allanan el camino a los flirteos con el PP.

El socialismo catalán volvió a cumplir con Sánchez, pero tampoco pudo darle más que los 12 diputados ya obtenidos en abril, como consecuencia de una campaña refractaria para sus intereses porque el devenir del conflicto obligó al presidente en funciones a endurecer su discurso contra el secesionismo. Esta estrategia permitió a los ‘comuns’ mantener el tipo en un contexto también adverso.

La batalla entre las derechas en Cataluña acabó en triple empate a dos escaños. Pero el reparto no fue nada salomónico. Ciutadans sufrió también el descalabro en la tierra que le vio nacer hace 13 años y que hace apenas dos le dio a Inés Arrimadas el primer triunfo de un partido constitucionalista en unos comicios catalanes. Dos años después, la misma candidata se convirtió en el farolillo rojo de la jornada. De cinco diputados a dos.

La popular Cayetana Álvarez de Toledo llegará al Congreso acompañada por su número dos y Vox también alcanza dos escaños.