El PSOE perdería la mayoría absoluta, necesitaría de nuevo a Unidas por Extremadura (la marca de Podemos en la región) para gobernar, el PP bajaría, al igual que Ciudadanos; por contra, los morados subirían y Vox, que ahora no tiene representación, irrumpiría con fuerza. Esa habría sido la resaca electoral en la comunidad si los porcentajes de votos del pasado 10 de noviembre se extrapolaran directamente a la Asamblea de Extremadura aplicando la conocida como ley D’Hont.

Es solo un cálculo hipotético y aproximado, porque los electores no respiran igual en unas elecciones autonómicas (menos aún en unas municipales, donde muchas veces se elige más a la persona que al partido) que en unos comicios generales, pero la comparación da una idea general de cómo habrían evolucionado las principales formaciones políticas en la región tras la pasada cita con las urnas. Una jornada que, sin duda, terminó siendo histórica.

Cinco formaciones en juego

De este modo, el arco parlamentario extremeño cambiaría bastante, hasta tal punto que serían cinco y no cuatro las formaciones que entrarían en juego.

El resultado de los 65 diputados se conformaría así: PSOE 27, PP 17, Vox 11, Unidas Podemos 5 y Ciudadanos 5. Significaría que los socialistas no llegarían al mínimo (33) para gobernar con mayoría absoluta y debería volver a llegar a un acuerdo con los morados.

El reparto actual

La Asamblea se reparte así actualmente: PSOE 34, PP 20, Ciudadanos 7 y Unidas por Extremadura 4. Vox se quedó fuera del reparto de asientos. Pero según los resultados del 10-N, esta vez sí entraría y con ímpetu en las instituciones autonómicas.

Por provincias, extrapolando las papeletas, el arco sería: en la circunscripción de Badajoz, con 36 diputados a distribuir, PSOE 15 (38,8% de los votos), PP 9 (25,3%), Vox 6 (17,5%), Unidas por Extremadura 3 (9,2%), y Ciudadanos 3 (8%); en la de Cáceres, con 29 diputados en liza, PSOE 12 (38,4% de los apoyos), PP 8 (27,8%), Vox 5 (16%), Unidas por Extremadura 2 (9%) y Ciudadanos 2 (7%).

Solo un cálculo aproximado para reflejar cómo en apenas siete meses las tendencias políticas han variado a nivel nacional hasta tal punto que las fuerzas políticas han cambiado su posición; una nueva ola que también llega, inevitablemente, a las regiones.