«Hay partido» aún para el 26-M y «tenemos buenas vibraciones», repitió el líder del PP, Pablo Casado, ayer ante los periodistas en la Pradera de San Isidro, donde se celebró el día del patrón de Madrid. Pese a las encuestas, fuentes de la cúpula popular insisten en el optimismo. Casado confía, tras analizar el 28-A, en que la sangría de votos del PP toca a su fin, y en que comienza la de Vox, comentaron fuentes muy cercanas al líder del PP durante el festejo. Creen que Vox perderá 1,3 millones de votos que -calculan- robó al PP, si bien no calibran si muchos de esos votos volverán a su partido. Estiman que, en las generales, 3,5 millones de votos del PP se fueron a Ciudadanos (1,1 millones) y a Vox (los ya mencionados 1,3 y otros 1,1 de exabstencionistas del PP). Todo por las tres C a las que achaca Casado su derrota: crisis, corrupción y la gestión de Cataluña.

Casado y su competidor Albert Rivera acudieron a un baño de multitudes madrileño devenido en rito desde que las municipales y tantas autonómicas se votan en mayo. Rito obligado e incómodo esta vez: los dos fueron insultados en la verbena por 40 activistas de la PAH.

Pero no podían dejar de ir. Sobre todo Casado, que se la juega allí donde le quería destinar Rajoy; el Madrid donde se le escapó el expresidente Ángel Garrido; y donde hace su apuesta más arriesgada, la candidata Isabel Díaz Ayuso, su amiga, que volvió a quejarse de que los medios «le dan la vuelta» a cuanto dice.

Casado y Rivera trufaron sus declaraciones de referencias a Cataluña. Para Casado en las Cortes «entran unos presos que han dado un golpe de Estado y que quieren instrumentalizar el Parlamento para seguir con su hoja de ruptura», ante «un gobierno que sigue queriendo congraciarse con ellos, proponiendo a Iceta, el de los referéndums, el de los indultos, para presidente del Senado».

Albert Rivera, por su parte, aseguró que Ciudadanos no bloqueará la designación de Iceta como senador por el Parlament, aunque en el Senado -«que es donde hay que votarlo», dijo-, se opondrán a su elección como presidente de la Cámara alta.

Casado saludó a la alcaldesa Manuela Carmena en misa. Para Rivera fue mejor no cruzarse con ella, pues minutos antes tildó a su gobierno de «guirigay» que «está más a gusto con los okupas y los manteros que con las familias y los comerciantes». Rivera se paseó con la aspirante a alcaldesa Begoña Villacís -a dos días de salir de cuentas su embarazo- y el aspirante a presidente Ignacio Aguado. Tras el escrache, Villacís culpó a «los amigos de Carmena y Colau».

Fue el momento agrio de una jornada en la que los candidatos madrileños trataban de mostrarse muy gatos. Hasta Íñigo Errejón lució parpusa, la gorrilla a cuadros, como el candidato del PP a la alcaldía, José Luis Martínez-Almeida, la candidata autonómica de Podemos, Isabel Serra, o el número dos de Vox, Javier Ortega-Smith. El candidato socialista a alcade, Pepu Hernández, fue incluso más allá en su entrega: bailó un chotis con una reportera y engulló un bocadillo de gallinejas. Acabada la misa, una multitud bajaba por la Ermita del Santo, junto al hermoso cementerio romántico de San Isidro. Entre la gente, unas misioneras de la Caridad, las monjas de santa Teresa de Calcuta. Una preguntó a las otras: «¿Carmena ha ido a la misa? ¿La habéis visto rezar?».