Juan Antonio Morales es el único cabeza de lista que aspira a ocupar después de estos comicios un asiento en una asamblea de la que considera que habría que prescindir. Porque acabar con los parlamentos regionales es uno de los planteamientos de partida de Vox, la formación que lidera en Extremadura. «La única manera de defender las propuestas de cerrar los parlamentos autonómicos es estar dentro», ha aducido.

La del 2019 es la primera vez que este partido se presenta a unas elecciones regionales, pero Morales no es ni mucho menos un recién llegado a la política. Igual que su líder nacional, Santiago Abascal, la lleva ejerciendo más de dos décadas. En las dos últimas legislaturas ha sido diputado en la Asamblea de Extremadura, hemiciclo al que llegó desde la localidad pacense de Lobón, cuya alcaldía ocupó por el PP entre 1995 y el 2012, encadenando nada menos que cinco mayorías absolutas. Además, fue secretario general de los populares en la provincia de Badajoz del 2008 hasta el 2018, año en el que abandonó esta formación y pasó a militar en Vox, un partido que «representa a la derecha social que se preocupa por los problemas de los ciudadanos. Abandoné el PP porque, desgraciadamente, dejó de representar ese ideario».

Dejó el partido pero decidió conservar su escaño en la Asamblea regional como diputado no adscrito. El cambio fue de todo menos apacible: se le quitó la palabra en los plenos y comisiones, dejándolo sin sueldo y separándole dos asientos del último diputado, como si fuera, en sus propias palabras, un «apestado».

Antes de todo eso su nombre ya había tenido repercusión en los medios nacionales cuando se le reconoció, al mismo tiempo que a Antonio Pozo —alcalde de Guadiana del Cadillo, otro popular que acabaría dando el salto a Vox— con el diploma de Caballero de la Fundación Francisco Franco por «su labor destacada en la defensa de la verdad histórica y de la memoria del Caudillo y su gran obra».

Nacido en Badajoz el 13 de octubre de 1970, regentó durante casi una década un restaurante familiar como autónomo. Padre de 3 hijos, tiene el grado en Trabajo Social por la Universidad de Extremadura y es diplomado en Alta Dirección de Empresas por el Instituto San Telmo.

Es locuaz y de trato afable, lo que no es óbice para que acepte sin reparos la etiqueta de extrema derecha para su partido o exponga con la misma claridad el argumentario y terminología que Vox utiliza a menudo a nivel nacional. Con igual claridad que Abascal, Ortega Smith o Buxadé, propone acabar con los ‘chiringuitos ideológicos’ (el Instituto de la Mujer, por ejemplo); defiende el ‘los españoles primero’, no invirtiendo en otros países recursos que pueden destinarse aquí (también quiere poner fin a la Agencia Extremeña de Cooperación); o carga contra la izquierda («A los comunistas ni agua»). Igualmente, hace suya la apuesta por una rebaja drástica de la presión fiscal o la defensa de la práctica de la caza, un asunto nada baladí en una región con más de ochenta mil licencias. «Vox es el Robin Hood de los cazadores sociales», dice Morales en un vídeo electoral dado a conocer estos días en el que aparece junto a un figurante ataviado de verde como el fuera de la ley inglés. Y aunque no hable de reconquista o Don Pelayo, sí lo hace de los «grandes conquistadores» que hay en Extremadura.