--¿Por qué sus películas ( La soledad o Tiro en la cabeza , por ejemplo) hablan de una manera u otra de la muerte?

--La muerte es el único problema que me preocupa, ninguno de los demás asuntos que nos conciernen puede competir con ella. Es curioso que en nuestra sociedad la muerte esté cargada de negatividad, porque en realidad es lo que le da valor de la vida. Pero así es, y por eso las religiones suelen tratar de consolarnos de una forma muy patosa, prometiendo paraísos eternos y otras vidas mejores que ésta.

--A nivel estilístico, Sueño y silencio es una obra inconfundiblemente suya. ¿Le importa que su firma esté presente en su obra?

--Es casi al revés, me gustaría desaparecer como autor. Que se te reconozcan ciertas figuras estilísticas es señal de amaneramiento. Por otra parte, todavía me siento como un adolescente, al menos a nivel artístico. Sigo tratando de encontrar mi voz como autor.

--Pues, viendo sus películas, francamente, nadie lo diría.

--Sí, lo sé. La gente ve mis películas y piensa que son mecanismo de relojería suiza, pero en realidad su proceso de creación es muy líquido, nunca sé a dónde voy a ir ni en qué voy a acabar. Parto de una idea concreta y me voy desviando de ella hasta que el resultado final no tiene nada que ver. El azar dirige mi forma de entender el cine.

--¿De qué manera ha afectado el azar a Sueño y silencio ?

--La película se ha transformado mucho porque el primer montaje era de cuatro horas y cincuenta minutos, casi cinco horas de dramaturgia pura.