El escritor placentino (1975) presenta hoy, junto al crítico Enrique García Fuentes, en la librería Universitas de Badajoz el libro de relatos 'Palabras menores'

Después de una novela ("palabras mayores", en la versión de un interlocutor del escritor), Juan Ramón Santos publica su cuarto libro de relatos ("benditas palabras menores", según el autor). "Quiero reivindicar los cuentos, porque es cierta esa sensación de que si no has escrito una novela no se te reconoce", afirma el escritor extremeño, que hoy presenta Palabras menores (De La Luna Libros) en la librería Universitas de Badajoz (19.30).

Las historias de Palabras menores llegan después de Biblia apócrifa de Aracia , un largo relato con el que fundó un territorio propio, al modo en que otros escritores como Benet, García Márquez o Faulkner instituyeron regiones, comarcas, territorios en los que volcaron incontables historias en sucesivos libros.

Y ahí se encuentra el futuro literario de Santos, proyectando una cartografía personal de sucedidos y personajes que le mantendrá ocupado los próximos años en diferentes novelas. Pero sin renunciar a la narrativa breve, a estos cuentos (o microcuentos, o microrrelatos) donde, como en Palabras menores , ocurren cosas absurdas atravesadas por el humor: un hombre fecunda con su semen una planta y esta produce un hombrecillo vegetal, otro muere aplastado por el peso de las letras de libros desplomados en una biblioteca, una mujer a la que le quitan los tapones de cera escucha de golpe las razones por las que su marido la ha abandonado: "Estoy harto de que no me escuches".

Estas extrañas vidas, de finales sorpresivos, que deben tanto a la observación cotidiana como a la lectura. Y ambas forman parte de la experiencia de su autor. Volcado en la escritura de libros no sabe discernir el futuro de la literatura, ante el trasvase de la letra escrita a las pantallas del ordenador y otros dispositivos tecnológicos. "El tiempo lo dirá. Habrá cambios", dice. Confluirán una escritura convencional, añade, con los proyectos de experimentación que integran las posibilidades de las máquinas. Ese panorama le suscita el interrogante de si un lector será capaz de aguantar la lectura de una novela clásica de 600 páginas.

En cualquier caso, Santos aplicará dos ideas fundamentales en su labor como escritor: rigor y exigencia. Se las debe a una especie de figura tutelar: el escritor Gonzalo Hidalgo Bayal, que también vive en Plasencia y acaba de jubilarse como profesor. Del autor de Conversación (otro libro de relatos, que algunos críticos españoles han elegido como uno de los mejores del 2011), explica que ha aprendido "su aspiración al rigor. En el taller que impartía nos decía que cuando uno escribe debe responder de cada palabra. Esa exigencia que reclama me ha influido mucho".

Santos gestiona el teatro Alkázar de Plasencia y organiza su programación, una labor que entiende como meramente técnica, no política. "Soy un funcionario que presta sus servicios", aclara. Así, ha tenido que asumir recortes culturales (en el ayuntamiento y en el Aula de Literatura Gabriel y Galán, una iniciativa de la Asociación de Escritores Extremeños que coordina junto a Nicanor Gil). "Esos recortes se han hecho por pura necesidad. Lo que me preocupa es lo que vaya a quedar después de la crisis, de ese modelo de Estado del bienestar que hemos promovido".