España se aseguró hoy 54 eurodiputados durante el próximo mandato del Parlamento europeo, aunque cuatro de ellos no accederán a su acta tras las elecciones de junio, sino que tendrán que esperar a la ratificación del Tratado de Lisboa.

Este acuerdo, pendiente de ser plasmado en las conclusiones del Consejo Europeo que comenzó hoy en Bruselas, es consecuencia de las negociaciones para que Irlanda convoque otro referéndum en el que, después del rechazo que hubo en la primera consulta, se ratifique el nuevo Tratado de la UE

Para esa convocatoria, Irlanda puso como condición que la Comisión Europea siga contando con un comisario por cada país comunitario, una propuesta que España aceptó, según el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, a cambio de que en el próximo mandato del Parlamento Europeo cuente con 54 representantes.

Según el Tratado de Niza, que es el que estará en vigor cuando se celebren las elecciones, a España le corresponden 50 eurodiputados en vez de los 54 que le reconoce el Tratado de Lisboa. Pero el compromiso de los Veintisiete es que no haya que esperar a 2014 -fecha de las siguientes elecciones- para que España tenga esos cuatro europarlamentarios más, sino que puedan incorporarse en el momento en que todos los países de la UE hayan ratificado el nuevo Tratado y éste entre en vigor, previsiblemente a finales de 2009.

Esta medida no sólo beneficia a España, sino también a otros once países que ganarán algún eurodiputado respecto al número con el que cuentan en la actualidad. Cada socio comunitario deberá arbitrar la fórmula para determinar cómo hace efectivas las nuevas incorporaciones al Parlamento Europeo.

En el caso de España, según López Garrido, no habría ningún problema, porque el sistema electoral permitiría que se incorporaran lo antes posible los candidatos que en las elecciones de junio queden entre los puestos 51 y 54.

La condición impuesta por Irlanda de que cada país mantenga un representante en la Comisión Europea es aceptable para España, según López Garrido, quien informó de que en esos términos se expresó ante el resto de líderes de la UE el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Aunque Zapatero advirtió de que el objetivo inicial era lograr una Comisión integrada por menos miembros de los actuales, confió en que sea posible un trabajo eficaz de esta institución comunitaria.

El presidente del Gobierno aprovechó su intervención para garantizar que España se esforzará en la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, ya que gran parte de su desarrollo coincidirá con la presidencia española de la UE en el primer semestre de 2010. En ese contexto, se comprometió a establecer con Suecia -que presidirá el Consejo Europeo en el segundo semestre de 2009- los contactos necesarios para que haya una transición adecuada para la aplicación del nuevo Tratado.

Si el Tratado de Lisboa ocupó los primeros compases del Consejo Europeo, los líderes de los Veintisiete empezaron a debatir a continuación el paquete legislativo con el que la Unión Europea pretende reducir las emisiones de CO2 y hacer frente al calentamiento global.

En esa negociación, España respalda que los países del Este reciban recursos adicionales del fondo de solidaridad para cumplir con el compromiso de reducción de emisiones, pero advierte, según señaló la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, de que no admitirá la falta de equidad en el reparto del esfuerzo.

El plan europeo contra la crisis económica y financiera será analizado en la cena de los líderes de la UE, donde Zapatero abogará, según fuentes del Gobierno español, por una aplicación íntegra y rápida de las medidas previstas por los socios comunitarios.