Los ciudadanos vascos y gallegos decidirán en las elecciones del 1 de marzo, cuya campaña comenzó la pasada medianoche, bastantes más cosas que el color político de sus gobiernos autonómicos. En Euskadi, con la izquierda aberzale excluida por primera vez del proceso electoral autonómico, el PNV se enfrenta a la posibilidad de ser descabalgado del poder por el socialista Patxi López. Esta eventualidad es, en sí misma, una noticia de envergadura, pues los peneuvistas llevan 29 años ininterrumpidos al frente del Ejecutivo vasco. ¡Tres décadas! Una marca que empequeñece la de Jordi Pujol, bajo cuya batuta CiU dirigió Cataluña durante 23 años.

BLOQUE CONSTITUCIONALISTA El sondeo del CIS publicado ayer da al nacionalista Juan José Ibarretxe una ligera ventaja sobre López, pero indica que el bloque constitucionalista (PSE más PP) dispondría por primera vez de mayoría absoluta. El PSE daría un gran tirón (de 18 a 26 escaños) y el PP perdería tres o cuatro de 15. El PNV, que tenía 29 en coalición con EA, sacaría ahora en solitario 27 o 28.

El PNV ha reaccionado con habilidad después de pasarse la legislatura embarrancado en el plan soberanista del lendakari Ibarretxe. Ahora, los nacionalistas intentan dejar en fuera de juego la campaña de los socialistas, embarcados en una larga carrera electoral desde su brillante resultado en las generales del año pasado. López reclama el cambio para pasar página al discurso soberanista de Ibarretxe. Pero resulta que, en la antesala de las urnas, la página la ha pasado ya el propio PNV, cuando menos en su discurso formal.

DE LA SOBERANIA AL PARO Ibarretxe opta a la reelección con un mensaje centrado por entero en la gestión y en la lucha contra la crisis económica y sus perniciosos efectos sociales. Ni una palabra de su reciente empecinamiento en organizar un referendo de autodeterminación o, en argot nacionalista, consulta sobre el derecho de decidir.

Mejor dicho, ni una palabra más que las necesarias para no desatender a su electorado más soberanista. De ahí el recurso de última hora del PNV al Tribunal de Estrasburgo contra el veto del Constitucional al referendo que Ibarretxe enarbolaba hasta ahora como estandarte principal. Un recurso empujado por los recursos previos de las otras dos opciones del arco nacionalista, Eusko Alkartasuna y Aralar. Los peneuvistas se han conjurado para soslayar esta carta en la campaña. Eso no supone que se la entreguen graciosamente a sus competidores nacionalistas.

LOS ESCANDALOS DEL PP El ciclón de escándalos que zarandea al PP a dos semanas de la cita con las urnas compromete seriamente las expectativas de sus candidatos en Euskadi y en Galicia, quienes han dirigido sendos procesos de renovación territorial en el partido. El torbellino de denuncias por casos de espionaje y de corrupción en el seno y en la órbita del PP ha asestado un golpe tremendo al proyecto del candidato vasco, Antonio Basagoiti, justo cuando los conservadores empezaban a respirar de nuevo tras la herida que supuso la marcha de María San Gil.

Más grave puede ser aún para el candidato del PP en Galicia, Alberto Núñez Feijóo, cuyo intento de arrebatar la mayoría a la alianza de los socialistas con el Bloque Nacionalista Galego amenaza ruina. Feijóo, además de los escándalos de Madrid, ha lidiado con uno en su equipo. Se ha visto obligado a destituir a su fichaje estrella, Luis Carreras, hasta hace una semana cabeza de lista del PP por Ourense, por defraudar a Hacienda.

El CIS prevé que el PSG ganará dos diputados a costa del PP y podrá conservar la Xunta en alianza con el BNG, pese a que Feijóo se alzará con el triunfo en el escrutinio gallego.

EFECTOS COLATERALES Pero, además de decidir los nuevos ejecutivos autonómicos, los electores vascos y gallegos influirán en otros asuntos. De entrada, en el porvenir del liderazgo de Mariano Rajoy en un Partido Popular socavado por las denuncias de corrupción y una guerra intestina demoledora.

Los comicios de Euskadi pueden incidir también en la estabilidad parlamentaria del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Si Ibarretxe pierde la presidencia de Euskadi, a Zapatero le resultará poco menos que imposible conservar el respaldo del PNV en el Congreso, merced al cual pudo aprobar el último presupuesto del Estado. Esa pérdida hipotética, enemistado como está CiU con el presidente, colocaría al Gobierno del PSOE en una situación extrema de debilidad parlamentaria.