Tan sólo tres días ha tardado la sección tercera de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional en decretar que Javier García Gaztelu, Txapote , es culpable del asesinato del dirigente socialista Fernando Múgica. El juicio, en el que el etarra mostró un total desprecio hacia el tribunal y los familiares de sus víctimas, se celebró el 20 y 21 de julio y el tribunal le condenó ayer a 82 años de cárcel, 10 años más de lo que pedía el fiscal, Javier Zaragoza.

El tribunal sigue la solicitud de una de las acusaciones populares, la ejercida por el PSOE, que pedía como el fiscal que fuera a condenado a 42 años por los delitos de asesinato, robo con intimidación y falsificación de matrículas, pero solicitaba 10 años más (hasta cuarenta) porque en su huida Txapote disparó con un propósito "homicida" en 13 ocasiones a dos ertzainas.

El tribunal le condena asimismo a no volver a San Sebastián, donde reside la familia Múgica, hasta después de seis años de que salga de la cárcel. Su presidente, Alfonso Guevara, al que el etarra llamó "monigote de circo" solo porque le hizo levantarse, es el ponente de una sentencia que, aunque se centra en el relato de los hechos y en las calificaciones jurídicas, incluye matices que denotan su repulsa hacia el atentado. Así, califica de "vileza y cobardía" que el asesinato se produjera en un "ataque sorpresivo, por la espalda". Txapote le asestó un tiro en la nuca.

LAS PRUEBAS Para el tribunal ha sido determinante la "contundente" declaración del hijo de Múgica, que en la vista le reconoció "sin dudas" al acusado como el asesino de su padre y le deseó que se muera en la cárcel. Además, señala que ETA eligió a Múgica no sólo por ser el presidente del PSE en Guipúzcoa sino también para "ejecutar a un hombre de especial significación pública en la sociedad vasca y en el resto del Estado. Txapote fue condenado recientemente a 50 años por el asesinato de Miguel Angel Blanco y tiene que ser juzgado por cuatro atentados más.

Cabe destacar que el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, afirmó que el fin del diálogo con ETA "no es el de rehabilitar" a "psicópatas" que "tienen las manos manchadas de crímenes horrendos", como el etarra Txapote , sino "dar una oportunidad" a la desaparición de la violencia. Asimismo aseguró que este tipo de terroristas van a "pagar enteramente" su responsabilidad penal.