Esperanza Aguirre quiso lanzar ayer unas cuantas advertencias al líder de su partido, Mariano Rajoy. Para empezar, avisó de que dar credibilidad a la existencia de una red de espionaje en la Comunidad de Madrid perjudica "al PP en su conjunto". Y enfatizó que Rajoy, al ordenar una investigación interna sobre este asunto, "da pábulo" a esta cuestión. Segundo mensaje. O golpe dialéctico directo a la cabeza de la organización. Los primeros en pagar las consecuencias de mantener vivo el escándalo serán los candidatos populares en Galicia y Euskadi. "Nuestro electorado está desconcertado. Esto beneficia al PSOE. Tenemos ahí unas citas electorales, y debilitar al PP para el 1 de marzo --fecha de los comicios gallegos y vascos-- también interesa a los socialistas", remató Aguirre en Onda Cero.

Esta última tesis es compartida, al menos en parte, por el propio Rajoy. Anoche, acompañó a un acto en Madrid a su aspirante en Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y reclamó a todos sus dirigentes que se eleven "por encima del ombligo" para volcarse en los elecciones. Pero la presidenta aún tenía más que decir. Señaló que hubiera preferido un apoyo "más contundente" de la dirección del PP en vez de una investigación interna, especialmente cuando el caso ya está en los tribunales. ¿Y no tendría usted que haber ordenado, en el seno de la consejería de Interior, una investigación para saber si se espió?, se le preguntó en la entrevista radiofónica. Respondió que su consejero Francisco Granados ya "apretó las tuercas" a quien correspondía. Por lo visto, Granados --que hoy comparece en la Asamblea de Madrid-- no encontró culpables. Aguirre no se cree obligada a dar más explicaciones, ya que garantiza que su Gobierno "no espía a nadie". Pero esa máxima en la que ella se escuda no la aplica por igual a su compañero, a la par que adversario, Alberto Ruiz-Gallardón: sentenció que el alcalde debe explicar si tiene una red de espionaje en su ayuntamiento. Aguirre tuvo ayer para todos.

Rajoy se esforzó en exigir a los suyos "altura de miras". O, lo que vendría a ser igual, que no hablen en público de la trama de espionaje y dosieres y se centren en las elecciones. El, según su entorno, prefiere que su secretaria general, María Dolores de Cospedal, siga con la investigación, y que el resto guarde silencio hasta que haya un resultado, "pase lo que pase".

PRIMERAS QUEJAS Sin embargo, empieza a haber quejas desde la periferia. Ayer, el candidato del PP en Euskadi, Antonio Basagoiti, admitió que está "hasta las narices" de que únicamente se hable de espionaje; la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, alertó del "daño" que se hace al partido con este asunto; y su homólogo en Cantabria, Ignacio Diego, lamentó que se "pierdan energías" en intentar aclarar la red de espionaje "con la que está cayendo" actualmente en España.