Una vez más, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, le ha comido la merienda a Mariano Rajoy en lo que a iniciativa ante la opinión pública concierne. Y también a su homólogo en Valencia, Francisco Camps, ya que la lideresa ha sido la primera en adoptar medidas contra los implicados en el caso Gürtel que dependen de ella, después de que se hayan dado a conocer los entresijos de la parte del sumario que ya no está bajo secreto. Así, aunque ya les había retirado de sus cargos hace meses (al conocer que iban a ser imputados), Aguirre quiso ayer subir otro escalón mediático: forzó a sus diputados y alcaldes salpicados por la trama corrupta a abandonar el grupo popular en la Asamblea y en sus ayuntamientos.

La presidenta regional se coloca así ante los ciudadanos como la dirigente del PP que más rauda y veloz ha sabido reaccionar ante la trama Gürtel que enturbia la vida de este partido y la de varias administraciones que controla, entre ellas la madrileña.

SIN CONSULTAR Según fuentes de su entorno, Aguirre, sin previa consulta al líder del partido, citó ayer a los diputados Alberto López Viejo, Alfonso Bosch y Benjamín Martín Vasco y les instó a abandonar el Grupo Parlamentario Popular. Ellos asumieron la orden. Su jefa les demandó que le entregasen el acta de diputado, que es inherente al sujeto elegido por el pueblo y nunca al partido. Ahí se encontró con la negativa de sus interlocutores que, a efectos judiciales, prefieren mantenerse como aforados.

Tan solo unas horas antes, Aguirre había telefoneado a los exalcaldes de las localidades madrileñas de Pozuelo y Boadilla del Monte, Jesús Sepúlveda y Arturo González Panero, que también están imputados y que, tal y como les sugirió su jefa, abandonarán los grupos municipales en los que están integrados. De esta forma, Aguirre lleva a la práctica una voladura controlada, con vistosos efectos ante la opinión pública y ante su organización y con repercusión nula para sus propios intereses: aún restando tres diputados de su grupo, ella sigue conservando una amplia mayoría en la Asamblea de Madrid. Los socialistas madrileños admitían que Aguirre, "con una mínima operación quirúrgica", ha logrado un gran eco mediático. Pero insisten en que la presidenta debería esforzarse en lograr que los tres parlamentarios imputados dejen su escaño, informa Fidel Masreal.

CAMPS NO REACCIONA A primera hora de la tarde y aprovechando su presencia en la Asamblea, Aguirre quiso amortizar su decisión y convocó a los periodistas para comunicársela. Era consciente de que la prensa andaba a vueltas con la falta de reacción de la dirección popular y del presidente valenciano, Francisco Camps, ante polémicos comportamientos como el de Ricardo Costa, cuyas relaciones con la red corrupta se constatan en los 17.000 folios del sumario Gürtel.

Difundida la noticia, la lideresa se apuntó un tanto frente a Mariano Rajoy, que optó por guardar silencio en una tarde que tuvo que dedicar a viajar a Canarias para poder acudir al funeral del último español muerto en Afganistán. En su nombre y en el de la dirección dio la cara el portavoz del PP, Esteban González Pons, quien se enfrentó a la jugada de Aguirre dando una de cal y otra de arena: a su juicio, la presidenta ha estado "estupenda", aunque consideró que la situación en Madrid no es equiparable a la de Valencia, puesto que allí su partido no tiene por ahora imputados. En cualquier caso, el entorno de Rajoy es partidario de que se adopten medidas en tierras valencianas, pero quieren que sea Camps quien decida qué hacer y cuándo.