José Luis Rodríguez Zapatero lanzó la idea hace un año. Para superar el desencuentro entre el mundo occidental y el islámico, había que impulsar una alianza de civilizaciones. Un gran acuerdo que evitase la consolidación del muro de incomprensión y recelo que algunos construyen sin desmayo.

La Asamblea General de la ONU celebra sesión plenaria mañana, y el presidente del Gobierno aprovechará su estancia en Nueva York para volcarse en ese empeño. El manto protector de la ONU, con el decidido apoyo de su secretario general, Kofi Annan, parece el más idóneo para que cristalice un gran consenso internacional sobre las bases de ese proyecto y sobre su horizonte programático. La primera tarea encomendada al grupo de alto nivel, que encauzará el proceso, es identificar para finales del 2006 las acciones colectivas a adoptar. Forman el grupo 18 personalidades de reconocido prestigio internacional, designadas por Naciones Unidas.

La iniciativa plantea la necesidad de tender puentes de entendimiento y estrechar lazos para evitar que la brecha abierta se haga más profunda. Incluso para intentar cicatrizarla, si fuera posible.

No al enfrentamiento

Si la alianza de civilizaciones defiende el diálogo entre pueblos, culturas y religiones, la teoría del choque de civilizaciones define la situación opuesta. En esta última se inspiraron los neocon , los asesores conservadores que rodean a George Bush, como Richard Perle, exalto cargo en el Pentágono, o el actual presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, para defender un nuevo orden en el mundo; es decir, la teoría que llevó hasta la guerra de Irak.

El teórico norteamericano Samuel Huntington concretó sus reflexiones sobre el choque de civilizaciones en un polémico libro, en el que advierte de que la religión judeo-cristiana está amenazada, en particular por la civilización musulmana. En otro libro, Huntington denuncia la ocupación de Estados Unidos por los hispanos.

Si se habla de choques, indicó Edward Said, el intelectual palestino que consiguió romper la visión que muchos en Occidente tenían del mundo árabe, "habría que hablar de choque de ignorancias". En esa línea se sitúa la reflexión que hace el presidente Zapatero cuando destaca que su propuesta debe hacer frente "a la ignorancia, la pobreza extrema y la discriminación social". Otra tarea inmensa que también está pendiente es la de intentar borrar de la mente los prejuicios y erradicar la intolerancia.

Prioridad absoluta

El ambicioso proyecto correría el riesgo de quedar en agua de borrajas si la comunidad internacional no hiciera una apuesta firme en esa dirección. En la agenda de Zapatero, ocupa un lugar prioritario, hasta el punto de encargar al embajador Máximo Cajal que se ocupe a tiempo completo de la iniciativa. El presidente español no sólo presentó su proyecto ante la Asamblea General de la ONU. "Humildemente" lo desarrolló también en la cumbre de la Liga de los Estados Arabes, que se celebró en Argel la primavera pasada, pocos días después del primer aniversario del 11-M. "La diversidad no debe ser percibida como una amenaza, sino como un potencial enriquecedor", destacó.