El ministro del Interior, José Antonio Alonso, justificó ayer con una batería de argumentos la adopción de "medidas cautelares" contra los guardias civiles de Roquetas de Mar. Entre otras causas, el titular de Interior destacó que ha habido, por parte de los implicados en la muerte de Juan Martínez Galdeano, una clara "resistencia a la investigación". Las cintas de vídeo que grabaron parte de la agresión, por ejemplo, tardaron en ser entregadas al juez.

Alonso insistió en recordar que "hay una persona muerta en un cuartel" de la Guardia Civil, que en el transcurso de los incidentes se emplearon "armas prohibidas", que a la vista de lo ocurrido hubo "tratos inhumanos" y un evidente "abuso de autoridad" y, como colofón inaceptable, una cierta obstrucción a la labor de la justicia para esclarecer los hechos.

El ministro, acusado implícitamente por los guardias civiles de haberles sentenciado ya, subrayó que la decisión de cesar en sus funciones a los implicados en la muerte de Martínez Galdeano es "racional, ponderada, justa y proporcional al estado actual de las investigaciones".

CON EL ROSTRO EN PENUMBRA Las declaraciones a TVE del ministro Alonso --que el próximo jueves tiene previsto comparecer en el Congreso de los Diputados-- fueron la respuesta al inusual y chocante sistema, con la cara en penumbra y la voz distorsionada, con el que los guardias presuntamente implicados en la muerte de Martínez Galdeano salieron ayer en su propia defensa. Lo hicieron por televisión y también por radio, con una unánime versión de los hechos: en contra de lo que recogieron las cámaras del cuartel, los imputados afirman que apenas propinaron golpes a la víctima. Fue el propio Martínez Galdeano --se desprende del relato de los agentes-- el que se autolesionó más gravemente.

"Golpes en la cara nunca se le propinaron. Se utilizó la fuerza mínima para poderle reducir. No deseábamos la defunción del detenido". Es la versión de un agente a la COPE. En la estrategia de la defensa de recurrir a determinados medios de comunicación para descargarles de culpa, los guardias son presentados casi como las víctimas de las agresiones. "Somos nueve compañeros que mantenemos una lucha contra el Estado, todo el mundo nos ha dado la espalda. La presunción de inocencia no se nos ha mantenido", dijo otro.

La sucesión de declaraciones autoexculpatorias culminó ayer cuando, a través de terceros, el teniente del cuartel, José Manuel R., de 29 años, dio su versión.

TRES GUARDIAS "INUTILIZADOS" No se encontraba de guardia, pero desde su casa vio a Martínez Galdeano "fuera de sí", así que bajo a "defender a su gente". La primera vez que acudió convenció al agricultor, "tras cruzar unas palabras con él", para que entrara en el cuartel. Pasado un rato, escuchó "un follón más fuerte". Decidió intervenir cuando tres de los guardias civiles a su cargo estaban "inutilizados" por las lesiones.

El teniente explica que no consideró "ni oportuno ni conveniente" coger su pistola. Fue por eso que cogió una porra extensible y otra eléctrica. Con la primera le dio "ligeros puntazos". La segunda, que "no funcionaba apenas", la empleó de forma "intimidatoria". En su defensa, el teniente destaca incluso que las dos porras antirreglamentarias las usó "alternándolas y nunca simultáneamente". Las cámaras grabaron cómo el teniente golpeaba al detenido en varias partes del cuerpo. Lo hizo al menos 10 veces durante dos minutos.

Ni en la declaración del teniente ni en la del resto de imputados hay un reconocimiento de que le pegaran con fuerza suficiente como para causarle la muerte. El momento de mayor violencia lo circunscriben a un episodio de autolesiones.

Los agentes --según el teniente, que declarará mañana ante el juez-- pusieron a Martínez Galdeano tumbado boca abajo para evitar su "resistencia activa" (un eufemismo policial de las patadas que, se supone, les propinaba). Fue entonces cuando, "insensible al dolor", empezó a golpear con la cabeza en el suelo.

"MAS TRANQUILO" El teniente, en un argumento encaminado a descartar que los golpes de los guardias fueran en último término la causa de la muerte, asegura que el detenido "permaneció con vida 15 o 20 minutos sin recibir golpes ni causarlos". Pasado ese tiempo, "disminuyó su resistencia", por lo que pensaron que estaba "más tranquilo".

Después notaron que estaba "demasiado quieto". Entonces comenzaron las prisas por lograr la rápida venida de un equipo médico de reanimación. Los agentes no descartan, ni siquiera, que la rotura del esternón que presenta el cadáver la ocasionaran los servicios médicos en sus intentos de recuperar el pulso cardiaco de la víctima.