El martes por la tarde, el PP (como Ciudadanos y Vox) modificó sus preguntas en la sesión de control en el Congreso para apretar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por la crisis en la Guardia Civil. En la sede de Génova, la estrategia estaba clara: ahondar en el escándalo del cese del coronel Diego Pérez de los Cobos y presionar al Gobierno, debilitado por su gestión de la pandemia.

Sin embargo, ayer, el PP se llevó otro titular que desvío la atención y truncó su afán del día. En un cara a cara con el vicepresidente segundo y líder de Podemos, Pablo Iglesias, la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, aseguró que es «hijo de un terrorista». El líder de Podemos, que no dejó de referirse a ella como «marquesa», anunció que pedirá a su padre que presente una querella.

«Usted es el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted: a la del crimen político», dijo Álvarez de Toledo, durante una interpelación sobre los acuerdos entre el Ejecutivo y el «nacionalismo radical» en la que afirmó que Iglesias tiene «un plan contra la democracia».

EL FRAP / La portavoz, que también llamó al vicepresidente «impostor» y «discípulo de los ayatolás de Irán y prohijado de Nicolás Maduro», hacía así referencia al hecho de que Francisco Javier Iglesias fue militante del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), una organización de extrema izquierda responsable de seis asesinatos (policías y guardias civiles) en los 70. El padre del líder de Podemos no participó en ninguno de ellos.

Álvarez de Toledo acababa de reventar la estrategia del PP de acorralar a Marlaska. Pablo Casado volvió a comprobar ayer que su principal representante en el grupo parlamentario (que no tiene tampoco la mejor relación con el número dos del partido, Teodoro García Egea) va por libre. En su momento, los barones moderados, como Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno, dijeron que no estaban de acuerdo con su elección. Pero su estilo (hasta ahora) gusta a Casado, que considera, según fuentes de su entorno, que sabe llegar a una parte del electorado conservador que disfruta con «el lenguaje provocador». El mismo que ve una opción votar a Vox. Eso sí, Casado ha preferido que la expresidenta del Congreso Ana Pastor, de carácter templado, sea la portavoz en la comisión de reconstrucción.

«Ella habla y es como Evita: todos los focos se encienden», suele decir un vicesecretario del PP para resaltar las supuestas aptitudes que ven en Álvarez de Toledo.

Al acabar el debate, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, preguntó a la portavoz si quería retirar sus palabras del diario de sesiones. Ella negó con la cabeza. Aun así, Batet anunció que las quitará, porque se lo permite el reglamento. Pastor (PP) lo hizo cuando ocupó ese mismo cargo y ordenó sacar los adjetivos «ladrones y carceleros» que Gabriel Rufián, portavoz de ERC, dedicó a su partido.