Una maraña de relaciones familiares convertida en sociedades y empresas que presuntamente han saqueado 150 millones de euros al Ayuntamiento de El Ejido (Almería) es lo que ha destapado la operación Poniente 1. La trama comenzaba en la Empresa Mixta de Servicios Municipales de El Ejido S.A. (Elsur) y se extendía por una red de subcontratas. La concentración en cuatro familias, cuyos maridos, esposas, hijos y amigos copaban consejos de administración y gerencias, ha facilitado la labor a la Fiscalía Anticorrupción.

Era fácil verlos juntos, haciendo vida de nuevos ricos, en el exclusivo restaurante La Costa o en el palco del Polideportivo Ejido. El pueblo también lo veía, pero callaba, como calló la Marbella de Gil. Teniendo a los inmigrantes lejos y las calles limpias, teniendo el carnet del partido como garantía de un puesto de trabajo, lo demás no importaba. Así actuaban los personajes clave, enfrentados a toda la gama de delitos por corrupción.

El bravucón

Malencarado, endiosado y familiar. Juan Enciso, el Chato, llegó a la política de la mano de Antonio Góngora, presidente del PP local y acaudalado empresario. Agricultor, obtuvo fortuna al calor de los invernaderos. Ganó, con 50 votos más que el PSOE, las elecciones de 1991, y celebró la victoria con una tarta en la que hizo estampar la cara de José María Aznar y la suya. Pronto se dio cuenta de que podía comerse el pastel solo. En el 2007, ya como líder del Partido de Almería (PAL), logró 15 de los 25 concejales.

Los desencuentros con el PP llegaron tras los incidentes racistas en el año 2000, cuando dos hermanos de Enciso lideraron la caza al moro , facilitando coches y megafonía a una muchedumbre enardecida. El propio alcalde desplegó sus ideas xenófobas, jaleadas por el pueblo con más renta per cápita y más tasa de analfabetismo de Andalucía. "Los marroquís llegan en patera, sin nada, y acompañados del traficante de turno", bramó entonces. La ruptura con el PP no se certificó hasta el 2005, cuando Enciso pretendió controlar la Diputación de Almería.

Crecido por el apoyo popular, siguió rigiendo El Ejido como un cortijo. "Dicen que estoy solo y aislado. Me da igual. No tengo miedo a nadie", dijo en un pleno. Sobre el patio de su casa edificó la sede de la empresa Elsur. Aunque su ritmo de vida era discreto --su mujer, la también imputada Francisca Aguilera, solía comprar en las rebajas-- su enriquecimiento acabó por tener cara visible: obras de arte, apartamentos en Almerimar y áticos para sus hijos, comilonas, puros habanos, una finca en Bayárcal y otra en Laroles (Almería)...

Además de presidir varias empresas municipales, es apoderado de Enciso y Aguilera S.L., tiene un viñedo, tierras en otras zonas de Andalucía y un yate. "El mejor alcalde de España", como lo llamó Javier Arenas, duerme ahora en prisión. Ante la juez, se presentó como víctima.

El ostentoso

La vida loca de José Alemán, el interventor accidental del ayuntamiento y compinche de Enciso, fue el gran señuelo para la policía. En el 2007, su boda en el Hotel Ritz de Madrid con la también imputada Isabel Carrasco, funcionaria de Hacienda del consistorio, fue escandalosa: 400 euros por cubierto, billetes de avión y alojamiento para 200 invitados, y viaje previo de la pareja a la pasarela de Milán para comprar ropa. Como regalo de boda, a Carrasco le cayó un Mercedes biplaza plateado. El viaje de bodas fue un crucero en el Queen Mary II. Chistoso y dicharachero, a Alemán le gustaba el whisky, las corbatas de Loewe y los trajes a medida. Despilfarrador, solía invitar a los amigos a un fin de semana en Venecia, a fiestas en el yate, a la Eurocopa... Con sueldos estimados de 4.000 euros, él, y 2.500, ella, y servicio doméstico, era a todas luces un ritmo de vida sospechoso. Ante la juez, se mostró airado.

El ambicioso

El empresario José Amate, exejecutivo de Abengoa, era duro con sus trabajadores y embaucador con los políticos. Como director de Elsur, obtuvo beneficios millonarios y llegó a donar 300.000 euros al PAL. La boda de su hija Irene, también imputada, celebrada en la Hacienda La Boticaria (Sevilla), exclusiva y con helipuerto, costó 48.000 euros. La investigación trata de determinar si la factura fue dividida y abonada por Elsur, que recibió 33 millones de euros de los 110 del presupuesto anual del ayuntamiento. Poseedor de coches de alta gama y un chalet de dos millones en Almería, en el 2007 se prejubiló como director de Elsur, justo cuando el consistorio mermó en 13 millones de euros la aportación a la empresa. Al igual que usa a su sobrino como chófer, su mujer, hijas y yernos han sido imputados por manejar parte del entramado. Ante la juez, se mostró impasible.

Los discretos

Ambrosio Cuevas, en prisión incondicional, salió rebotado del entramado de Rumasa y aterrizó como gerente del Hotel Meliá de Almerimar. Pronto trabó amistad con Enciso y comenzó a asesorarle en sus negocios, hasta convertirse en representante de Gestora Ejidense, ubicada en Madrid, una de las patas de la trama. Cuevas y su socio Juan Antonio Galán, también en prisión incondicional desde ayer, tienen otra causa abierta por falsedad documental, estafa, apropiación indebida y delito societario que interpuso el grupo empresarial Almerimar S. A. Ante la juez, Cuevas y Galán se mostraron colaboradores y confiados.