“La esencia de la democracia no es la alternancia, sino aceptar la derrota”. Con esta declaración de intenciones por parte del expresidente Felipe González arrancó este jueves la campaña electoral para Andalucía. Serán las undécimas elecciones en democracia, pero al igual que en las anteriores, todos los sondeos apuntan a que al final habrá un Gobierno socialista, el partido que ha ganado todas las convocatorias salvo la de 2012, y que lleva 36 años al frente del Ejecutivo regional. Dos incógnitas planean no obstante sobre esta larga campaña: qué partido apoyará a Susana Díaz como presidenta, y cuál se alzará como líder de la oposición, porque la derecha se bate en una lucha fraticida entre PP y Cs a la que, según el CIS, podría sumarse también Vox con un diputado.

Unos 6,5 millones de electores están llamados a votar el 2 de diciembre, cuando se dirimirá el reparto de fuerzas en la cámara autonómica, con 109 escaños. Los andaluces quieren cambio, pero no terminan de confiar en otro partido que no sea el PSOE, por lo que esperan conocer en los próximos días las propuestas a sus principales preocupaciones: el paro, la corrupción (la campaña coincide además con el final del juicio de los ERE, que sienta en el banquillo a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán), y la defensa de los servicios públicos.

CAMPAÑA TRADICIONAL

El PSOE, que aspira a superar los 40 años de gobierno y mantener sus 47 escaños, ha preparado una campaña de corte tradicional, con reuniones sectoriales alternadas con mítines de Susana Díaz y Pedro Sánchez, mientras que los candidatos provinciales, e incluso los ministros, se fajarán en actos pequeños en los pueblos, principal mina de votos de socialismo andaluz. Debido a su agenda internacional, Sánchez solo participará en dos grandes encuentros, en Cádiz y Málaga, donde están sus mayores apoyos internos en la región.

Díaz se ha esforzado en un debate netamente andaluz, marcando distancias con PP o Cs, que en la precampaña llenaron los actos de banderas españolas y mensajes nacionales. Se presenta como “la izquierda responsable” y “útil”, frente a la izquierda "radical y populista" de Adelante Andalucía, comandada por Teresa Rodríguez, anticapitalista, y el líder de IU, Antonio Maíllo.

La confluencia de izquierdas aspira a mantener sus 20 escaños y sacar rédito de la pelea de las derechas convirtiéndose en segunda fuerza. De hecho, la candidata justificó su candidatura por Málaga para contrarrestar ese despliegue conservador en una de las provincias con más escaños. Rodríguez, que estará apoyada en tres actos por los líderes de Unidos Podemos, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, diferencia entre socialismo y su ala derecha el ‘susanismo’. Plantea un doble veto: no dejará gobernar a la derecha, pero tampoco entrará en un gobierno de Díaz. Su programa lo conforman las 24 propuestas que fueron rechazadas en el Parlamento, como la banca pública, dejando claro que venderán caro su apoyo. Su campaña es la más original, con mítines en cárceles.

BATALLA CONSERVADORA

En el PP se la juegan doblemente. Su candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, concurre por segunda vez luchando contra unos sondeos que vaticinan un descalabro, cediendo hasta 13 de sus 33 diputados, y que constatan la incapacidad de los conservadores de presentar un proyecto sólido como alternativa de gobierno a ojos de los andaluces. La cita electoral es además la primera gran prueba a la que se enfrenta el líder nacional, Pablo Casado, necesitado de resultados inmediatos para consolidar su liderazgo.

De ahí que se vuelque en la campaña con su propia caravana, una segunda del secretario general, Teodoro García Egea, e incluso una tercera con los vicesecretarios. La fórmula, dicen, para hacer que su mensaje llegue a todo el territorio. Tras las primarias, el PP ha cerrado filas, pero un mal resultado, que solo pasa por el trasvase de votos a Cs, pondría al partido en tensión de cara a las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas.

La cúpula nacional de Cs echará el resto en una campaña que se les presenta de cara, siendo la fuerza que más crecería: de 9 a 20 escaños. Su paso como muleta de Díaz estos tres últimos años parece darles rédito, pese a que ahora renieguen y aseguren que sus votos no volverán a hacer presidenta a la socialista. Si logran el sorpasso, será un empujón importante de cara a los próximos comicios e incluso a las generales. Albert Rivera e Inés Arrimadas, el principal activo del partido en Andalucía, acompañarán a Juan Marín, el candidato menos conocido, en diversos actos.