Con un ambiente muy alejado del espíritu del 28 de febrero de 1980, cuando se votó el actual, los andaluces acuden hoy a las urnas para ratificar su nuevo Estatuto de Autonomía. Un texto definido por el presidente de la Junta, Manuel Chaves, como "la palanca para el desarrollo y la convergencia con la UE", en contraposición al vigente, que trajo "la modernidad".

Pese al acuerdo entre las tres principales fuerzas políticas, PSOE, IU y PP (el 95% del arco parlamentario), alcanzado en el último momento en las Cortes, reducir la abstención es el principal reto de la jornada.

Los esfuerzos se han centrado en movilizar al electorado con el objetivo de "legitimar" el texto y "reforzar a la comunidad" para negociaciones futuras --principalmente económicas-- con la Administración central a partir del día siguiente. Ese horizonte, ante el escaso año que queda para los comicios autonómicos (en Andalucía coinciden con las elecciones generales), ha estado presente en todas las formaciones, que se han autoerigido como garantes de la aplicación del nuevo texto.

Victoria del `sí´ En este sentido, los sondeos dan un triunfo holgado --entre el 80% y el 90%-- al , aunque sitúan la participación en torno al 50% del censo debido a la apatía general. Conscientes de que este tipo de consultas populares no levanta pasiones, los promotores del han dejado entrever que la horquilla deseable estaría entre el 48% alcanzado en junio de 2006 en Cataluña y el 53,4% registrado en el referendo de ratificación del actual estatuto en 1980.

El actual referendo se ha querido comparar, sin mucho éxito, con la importancia de los plebiscitos para el acceso y ratificación de la iniciativa autonómica, mencionados de forma constante como referente histórico. Entonces, los andaluces se echaron a la calle masivamente para solicitar el acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución, que las equiparaba a las llamadas comunidades históricas que durante la República habían plebiscitado un estatuto (Cataluña, Euskadi y Galicia) frente a la vía lenta de descentralización administrativa que regulaba el artículo 143.

La lección de la UCDEl PP, que no ha echado el resto en la campaña, se sumó a última hora al para no repetir el error histórico de la UCD de Adolfo Suárez en 1980 cuando promovió la abstención --Andaluz, este no es tu referendo , fue su lema-- y nunca ha podido exhibir la paternidad compartida del estatuto de primera división que tiene Andalucía. Pero, salvados los muebles, el PP calcula que una baja participación confirmaría la tesis de su líder, Mariano Rajoy, que sostiene que Zapatero se ha embarcado en una aventura de reforma autonómica por intereses partidistas en Cataluña, pero que no despierta el entusiasmo de los españoles porque es totalmente innecesaria.

Olvidos en campañaEl debate sobre el contenido tampoco ha caldeado los ánimos, y tras el ruido previo a cuenta de la denominación de Andalucía como "realidad nacional", la polémica sobre el término no ha salido a relucir en la campaña. Solo los partidarios del no han señalado el agravio que, respecto de Cataluña, supone el estatuto andaluz en competencias o financiación, mientras que el resto se ha centrado en arrogarse la paternidad y el tinte de "constitucionalidad" del texto, la consolidación de los derechos sociales o las buenas perspectivas que supone para empresarios, mujeres y jóvenes. Cuestiones todas que han quedado diluidas ante el recrudecimiento del terrorismo, el vertido de fuel en Cádiz o la precampaña municipal.