El impasse del PP puede hacerle añorar a José María Aznar. Porque unificó a la derecha --Suárez lo logró a corto, Fraga nunca-- y conquistó el poder. Es más, forjó un pacto serio con el centroderecha catalán. Y al llegar el nuevo milenio tuvo mayoría absoluta. Ahora, cuando el PP ha perdido dos elecciones y las luchas intestinas se adueñan de las portadas, es lógico que muchos recuerden aquellos tiempos como los días de vino y rosas.

Pero no es solo que haya perdido el poder y que en la oposición hace frío, ni que la crisis no le permita adelantar al PSOE, ni que los espías y la guerra de Caja Madrid recuerden la descontrolada y desventurada voladura de UCD. También cuenta mucho que Rajoy ya no pone los pies en la misma mesa que Bush. Y que si lo hiciera, serviría de poco.

Me explicaré. La foto de los pies de Aznar y Bush tenía simbolismo. Por primera vez la derecha española no solo gobernaba porque había ganado elecciones (Suárez también lo hizo), sino que compartía ideología y métodos políticos con el partido que mandaba en la primera potencia mundial. Con un partido republicano pujante, en unos EEUU eufóricos que, montados en el corcel del neoliberalismo, parecían la única garantía de futuro.

Bush y Aznar no solo compartían la ideología del desprecio al Estado como actor económico ("el Estado es el problema, no la solución", fue la frase de Reagan), sino que minusvaloraban las ideas y la personalidad de sus antecesores --Clinton y González-- a los que creían "poco fiables" e incluso corruptos. Y ese desprecio a la izquierda, liberal o socialdemócrata, avalaba ataques duros y sin complejos. "Al enemigo, ni agua", susurraba un alto cargo, en referencia a quienes no comulgaban con sus tesis. Y la coincidencia en las ideas y las tácticas (el PP copió campañas republicanas) daban un gran aval moral. Se gobernaba España como América. Como la potencia que marcaba el norte. La derecha española, siempre acusada de haber ignorado el siglo de las luces, tenía ahora la FAES y era una adelantada en el camino.

Bush se ha ido. Si McCain hubiera ganado, el PP estaría en la oposición. Pero con más confort. Los electores se habrían equivocado. No es así. Los republicanos han perdido por Irak y la crisis. Y el Bush terminal tuvo que recurrir al intervencionismo. Como Sarkozy. El PP ha perdido; sus amigos americanos, también, y la ideología que compartían, el neoconservadurismo, no está de moda y se le culpa de la crisis. Y Obama significa que el centroizquierda manda en la primera potencia.

Al PP lo han apeado de la locomotora del mundo. Y también por esa razón puede añorar los tiempos de Aznar, cuando tenían el poder. Y la razón.