"Le llamo mi tío Juan porque es una persona extraordinaria. Le considero como un miembro de mi familia. Hablamos con frecuencia por teléfono y le pido consejo". Así de efusivo hacia el Monarca español, que mañana inicia una visita de Estado de tres día a Marruecos, se mostraba Mohamed VI en verano del 2000 en una entrevista al semanario estadounidense Time. Ese afecto era auténtico. Las lágrimas que vertieron juntos en el funeral de Hassan II, al que el Rey español llamaba "hermano mayor", demostraron el cariño latente entre ellos.

Durante la crisis hispano-marroquí (2001-2002), la más grave desde la Marcha Verde en 1975, esa excelente relación no sirvió de nada. Ninguno de los dos utilizó el teléfono para rebajar la tensión, cuyo punto culminante fue Perejil, que colocó a ambos países al borde de un conflicto bélico.

En cambio, con el maquiavélico Hassan II, ese vínculo sí fue útil. "Cuando hay algún problema, o me telefonea él o le llamo yo", explicaba Hassan II. Aquellos años, la relación de los monarcas sirvió para relajar situaciones complicadas. De hecho, Felipe González permitía a Juan Carlos I actuar como "real y muy eficaz mensajero". A su vez, para enviar a Hassan II los mensajes de mayor importancia, el Monarca español utilizaba a Simeón de Bulgaria, amigo íntimo de ambos reyes.

¿Por qué esa conexión real no funcionó con el nuevo rey? Para empezar, porque José María Aznar, que hizo de la crisis una querella personal con Mohamed VI, no permitió la intervención del Rey en el asunto.

Además, la relación entre ambas casas reales se había ido enfriando conforme se forjaba la gran crisis bilateral. La Familia Real española no apreció el talante frío con que Mohamed VI afrontó su visita de Estado a España, a finales del 2000.

Madrid quiso darle el mayor realce posible a la visita, ofreciendo al rey hablar ante el Parlamento y visitar Granada. Sin embargo, Mohamed VI redujo su viaje a la mínima expresión e hizo varios feos a los Monarcas. La segunda noche, en la cena que ofreció a los Reyes de España en El Pardo, donde se alojaba, el rey alauí, para enfado de Juan Carlos y doña Sofía, abandonó la mesa nada más iniciarse el ágape. Además, el estado en que quedó El Pardo tras el paso de la corte marroquí no suscitó comentarios elogiosos.

El consejo

Desde Rabat, también hubo interés en alejar a Mohamed VI de Juan Carlos I. El entorno del rey le convenció de que no le convenía aparecer cercano a un monarca que inició una transición democrática y que reina sin tener poder ejecutivo. Juan Carlos I representaba una imagen peligrosa. "Mohamed VI es un rey que concentra el poder; por eso le aconsejaron distanciarse del Monarca español, pues se oía demasiado a la prensa reclamarle que fuese el Juan Carlos de Marruecos", dice un político marroquí.

Además, para qué quería Mohamed VI un tío en Juan Carlos I cuando ya tenía un padre adoptivo: el presidente francés, Jacques Chirac, que mantiene "una relación familiar" con el monarca marroquí. "Actúa como si fuera su padre y es como un abuelo para su hijo y sus sobrinos, a los que llama varias veces al día", explican fuentes de palacio. El rey tiene una confianza ciega en Chirac, que siempre que ha tenido que elegir por apoyar a España o a Marruecos, ha elegido a este último y ha dejado a Juan Carlos en el triste papel de tío político.