El apoyo de los socialistas vascos permitió ayer al Gobierno de Juan José Ibarretxe aprobar las cuentas del 2007. Aunque el pacto venía anunciado desde que el PSE retiró su enmienda a la totalidad del proyecto de presupuestos, la foto de la jornada ratificó que la nueva sintonía entre el PNV y el PSE podría tener efectos a largo plazo.

MINORIA PARLAMENTARIA Desde que los peneuvistas aseguraron su apoyo a las cuentas del Estado presentadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se avanzó la posibilidad de que el PSE correspondiera en Euskadi para permitir a Ibarretxe salvar su minoría parlamentaria (32 diputados de 75).

En este sentido, ha jugado a favor el buen entendimiento del que han hecho gala el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, y el secretario general del PSE, Patxi López, a la hora de afrontar el proceso de paz en Euskadi.

López y el propio Zapatero han reconocido públicamente la "lealtad" con la que viene actuando la dirección del PNV para afianzar el final dialogado de la violencia. Sin embargo, ninguno de los dos partidos puso ayer especial interés en magnificar el acuerdo que permitirá al País Vaso disfrutar de un presupuesto de 8.740 millones de euros.

Así, no fueron los primeros espadas quienes defendieron la posición de sus grupos y tanto la portavoz del PNV, Leire Corrales, como la del PSE, Joana Madrigal, dejaron espacio para pequeños reproches cruzados a lo largo de sus intervenciones.

Sin ocultar que el acuerdo persigue trasladar una imagen de mayor "normalidad", "capacidad de diálogo" y "convivencia", los partidos quisieron preservar su margen de maniobra ante la proximidad electoral.

Aunque las fuerzas políticas rehuyen cualquier valoración sobre eventuales alianzas de futuro, todos son conscientes de que la suma de PNV, EA y EB es insuficiente en el Gobierno de Vitoria y que podría también serlo en las futuras diputaciones forales y principales ayuntamientos. Además, el PSE no podrá contar, como ahora, con el PP como aliado para asegurar mayorías en los municipios donde logre ser la fuerza más votada. Por eso, se aventura ya --aunque los dos partidos lo niegan-- una posible recuperación de pactos entre PNV y PSE, como los mantenidos entre 1986 y 1998.