El soberanismo catalán en todas sus atomizadas expresiones se concentró ayer en el municipio barcelonés de Arenys de Munt para demostrar su capacidad de movilización. Entidades secesionistas y formaciones extraparlamentarias exhibieron músculo, tomaron el mando de la nave reivindicativa y, lo que puede afectar más a la escena política, dejaron claro que no están dispuestos a que la consulta de Arenys y su mayoritario a la independencia sea una aventura puntual y pasajera. Entidades y concejales de otros 60 municipios, de todos los colores, quieren copiar la idea, y ya han fijado fecha: el 15 de octubre. ¿Y los partidos? Pues CiU y ERC trataron de hacerse oír entre la muchedumbre para no perder comba. A un año para las elecciones, la foto, de momento, se la están llevando otros.

Lo de menos fue el resultado de la votación. Se daba por hecha la victoria fácil del sí. Lo más importante era medir la temperatura a la que se encuentra un movimiento soberanista catalán excitado por los avatares judiciales que había tenido que atravesar la consulta.

IMAGEN DE NORMALIDAD No hubo altercados. A nadie le interesaba. Ni la Falange, que había convocado una manifestación en contra del referendo, ni los independentistas debían dar imagen de alborotadores. Un intercambio de gritos y consignas entre unos 60 falangistas y varios miles de secesionistas fue lo único destacable, gracias a una vigilancia policial extrema entre unos y otros que hizo imposible cualquier refriega.

La consulta la había impulsado una entidad privada local con la ayuda del único concejal de la Candidatura d´Unitat Popular (CUP), Josep Manel Ximenis, quien presidía también la comisión organizadora del referendo en Arenys. Las CUP se han convertido en el motor del frente independentista engendrado a escala municipal.