Lo más duro que Artur Mas afirma haber vivido en sus siete años en la oposición son las dos tomas de posesión de sus rivales --en el 2003 y el 2006-- Pasqual Maragall y José Montilla. Ayer finalmente pudo asistir a la suya, y marcó terreno nacional. El 129º presidente de la Generalitat se ha declarado independentista en público, aunque a renglón seguido matice que es pronto para esa empresa y que no quiere partir en dos a la sociedad catalana.

La cautela que proclama no fue óbice para que su toma de posesión estuviera repleta de gestos en clave de nación. Para empezar, Mas encontró la forma de prometer el cargo de forma personalizada y con una lectura evidente. Cuando, a instancias de la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, tuvo que hacer su promesa, agregó de su propia cosecha: "Con plena fidelidad al pueblo de Cataluña". Un mensaje claro: Mas considera que lo que quieren los catalanes está por encima de la Constitución, y a eso se atendrá en su gestión al frente del Govern .

Segundo aviso: "Los estados no dejan de ser construcciones artificiales". Mas coló esta reflexión al poner fecha de caducidad a varios elementos y dejó claro que para él lo más relevante es la nación catalana. El comentario no debió de complacer al representante del Estado, el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves. Mas afirmó que "la vida institucional" de un presidente se prolonga unos años, mientras que la de las personas, décadas. "La de los estados, en el mejor de los casos, es cuestión de unos cuantos siglos, porque no dejan de ser construcciones artificiales. Pero la vida de los pueblos, de las naciones, de las culturas... se puede medir en milenios". El ya president de la Generalitat dijo desear "la plenitud nacional" de Cataluña, pero pidió paciencia en ese campo.

El líder de CiU explicó que, para él, convertirse en presidente de la Generalitat, es un privilegio. "A veces los mejores sueños de una persona se hacen realidad. Me siento en deuda con la confianza que la gente ha depositado en nosotros".

"EN PAZ" Como ha dicho en los últimos años, no siente que regrese a la Generalitat sino que llega. Dijo estar un poco desbordado y sentirse "muy agradecido", y rechazó ser el salvador de nada: "No me siento un resistente, tampoco un libertador. Me siento un constructor de Cataluña, de la nación catalana". "Me siento en paz conmigo mismo. Cuando algo te cuesta mucho y tienes que dedicarle grandes esfuerzos, y cuando logras ese reto sientes una especie de paz, de tranquilidad interior. Y yo ahora la siento plenamente".

Pero las primeras palabras de Mas fueron de elogio y agradecimiento a su predecesor, el ya expresidente José Montilla, a quien el líder de CiU agradeció "el impecable traspaso de poderes".