El funeral por el sargento primero José Antonio Bernal se convirtió ayer en un acto eclesiástico de respaldo a la política de José María Aznar. El arzobispo castrense, monseñor José Manuel Estepa, afirmó que Bernal murió sirviendo a "los esfuerzos de España por desarrollar la paz y la justicia en naciones sumidas en el caos y en humillantes esclavitudes" y aseguró que a su "oración de homenaje" se unían "todos los obispos de España".

La homilía del prelado supuso un giro respecto a la actitud beligerante que mantuvo la Iglesia católica, con el Papa a la cabeza, contra el ataque a Irak. Monseñor Estepa insistió, en presencia de los ministros de Exteriores y Defensa, Ana Palacio y Federico Trillo, en que Bernal murió en un "acto de terrorismo" y "sirviendo a su patria" cuando colaboraba en los trabajos de "instauración de la paz en un país humillado por décadas de sufrimiento que golpean incluso la mirada".

EN MISION CIVIL

Tras la ceremonia, Bernal recibió a título póstumo la Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil, una condecoración que otorga Exteriores. Defensa no condecoró al sargento español fallecido en Irak con el argumento de que Bernal estaba adscrito a la embajada --como coordinador de los servicios de espionaje (CNI)--.

El cuerpo de Bernal llegó ayer a la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid) en un Boeing 707, acompañado por el padre de la víctima, el capitán retirado José Antonio Bernal. En Torrejón fueron recibidos por los ministros de Exteriores y Defensa. El funeral, una ceremonia sobria de 45 minutos, vivió su momento más emotivo cuando Trillo entregó a la viuda la condecoración que Palacio había prendido en una bandera de España. En la capilla de la base militar estuvieron también presentes el secretario de Estado de Defensa, Fernando Díez Moreno, y el Jefe del estado mayor de la Defensa, almirante Antonio Moreno Barberá, además del director general del CNI, Jorge Dezcallar.