Si faltaba algún elemento para complicar más la investigación por la desaparición de Marta del Castillo, ayer salió a la luz. El asesino confeso de la joven sevillana, Miguel Carcaño, se desdijo de su testimonio inicial: ahora no solo acusa del crimen al menor implicado, sino que dice que tiraron el cuerpo a un contenedor y no al río como afirmaron en un primer momento. El dispositivo de búsqueda del cadáver se ha suspendido en el río Guadalquivir, donde permanecía operativo desde hace más de un mes, y por indicación del juez se ha trasladado al vertedero que recoge los residuos de Sevilla.

Pese a lo repetido ante la policía y el juez instructor, Carcaño mantiene desde el lunes que fue el Cuco, Javier G. M., internado en un centro de menores, quien golpeó y mató a Marta. Y lo hizo, según esta nueva versión, con un arma que no es un cenicero. Luego, Samuel --también encarcelado por su implicación en el caso-- envolvió el cuerpo en una manta para más tarde arrojarlo a un contenedor de basuras cercano a la vivienda en la que supuestamente ocurrió el crimen.

Mientras el padre de la adolescente insiste en que los acusados "mienten en todo" cambiando de versión cuando quieren y asegura que "se están cachondeando de la justicia y de la familia", el cambio de versión del principal implicado en cuanto a la autoría del crimen no parece sorprender a los investigadores. No dan excesiva credibilidad a esta nueva explicación puesto que algunos nuevos datos no concuerdan con las pruebas obtenidas. Además, creen lógico que, al no haber aparecido aún el cadáver, los imputados traten de exculparse incriminando al resto para reducir su condena.

El juez enfrentó ayer a Miguel Carcaño y sus dos amigos a sendos careos. El menor y Samuel se reafirmaron en sus últimas declaraciones, insistiendo en que revelaron su presunta participación por presiones policiales. Ambos afirman que no supieron nada de lo sucedido hasta el momento de su detención y que, pese a los rastros biológicos, no estuvieron el 24 de enero en la casa de Carcaño.

MANIQUI Y SILLA DE RUEDAS Los tres inculpados fueron conducidos también a la vivienda de Miguel, donde supuestamente se produjo la muerte de Marta, para una nueva reconstrucción de los hechos. Los agentes llevaron incluso un maniquí y una silla de ruedas --similar a la que usaba la difunta madre de Miguel-- para reproducir fielmente el trayecto hasta el contenedor, que está a unos 50 metros del portal. De esta forma cobra fuerza el testimonio de un vecino que aseguró haber visto a Miguel portando una silla de ruedas en la madrugada del 25 de enero. La reconstrucción, en una vivienda de León XIII, duró cinco horas.

Por su parte, varios jueces y fiscales consultados por Europa Press, aseguraron ayer que el hecho de que Carcaño haya mentido sobre el lugar en el que se deshizo del cadáver no agravará la pena a la que se le condene, porque "la mentira es completamente impune", sostienen. Miguel está en su derecho de cambiar de declaración "tantas veces como quiera", pues la Constitución permite no declarar o no hacerlo contra uno mismo y, frente al derecho estadounidense que sí pena la mentira, en España el acusado "tiene derecho hasta a mentir", aseguran varias de las fuentes consultadas.

El dispositivo de búsqueda comenzó anoche a organizar el rastreo en la planta de gestión de residuos de Alcalá de Guadaira, donde se almacena la basura de la capital andaluza de los últimos meses a un ritmo de 850 toneladas diarias, por si hay rastro del cadáver de Marta.